A propósito de la memoria solemne en el Carmelo de San Juan de la Cruz, mañana día 14, traigo unas citas de Thomas Merton en su libro “Ascenso a la Verdad”, recientemente editado por LUMEN.
“No bien acceda el lector a la sustancia de este libro, comprenderá por qué fue dedicado a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Primordialmente, se ocupa de la doctrina del teólogo carmelita san Juan de la Cruz. Por otro lado, bajo su título (entre otros) de Nuestra Señora del Monte Carmelo, la Santísima Virgen es venerada como patrona de los contemplativos y, sobre todo, de quienes tratan de compartir con otros los frutos de su contemplación. El propósito de la Orden fundada en su honor consiste en capacitar a sus miembros para que, bajo la guía de Nuestra Señora, alcancen la cúspide de la contemplación, y para que conduzcan a otros hacia idéntico fin, auxiliados por su intercesión.
No existe miembro de la Iglesia que no le deba algo al Carmelo. Pero hay pocos que deban tanto a los santos del Carmelo y a su Reina como quien escribe. Sobe todo, por así decirlo, este libro fue escrito bajo su dirección y tutela. Problemas técnicos difíciles y otros obstáculos se diluyeron súbitamente después de la festividad de san Juan de la Cruz en 1950 cuando, entre otras gracias, el autor obtuvo una reliquia preciosa del gran místico del Carmelo. A partir de allí la travesía fue relativamente serena y el autor siente la impresión de que su manuscrito final alcanzó la etapa de publicación de manera totalmente inesperada, no debido a sus capacidades sino a pesar de sus limitaciones”.
Merton reconoce la influencia que los santos del Carmelo han ejercido en su camino espiritual, y en casi todos sus libros aparece alguna referencia sobre estos. Pongamos algunos ejemplos: en sus “Diarios”, y en particular en “El signo de Jonás”; en “Cuestiones Disputadas”, en “La experiencia interna”. A propósito de Juan de la Cruz también apunta TM en "Ascenso a la Verdad":
“Fuera de su nativa España, San Juan de la Cruz nunca fue un santo muy popular. Su doctrina es considerada como “difícil”, y le exige a los demás la misma austeridad intransigente que él practicó durante su vida entera. Sin embargo, un estudio más ceñido a su doctrina, como el que hemos intentado, probaría que san Juan de la Cruz poseía todo el equilibrio, la prudencia y la “discreción” que caracteriza a la más elevada santidad. No es un fanático aplicado a sobrecargar a sus subordinados con fardos insoportables que acabarían por reducirlos a ruinas morales y físicas. Las exigencias que formula son inflexibles en lo esencial pero flexibles en sus aspectos accidentales. Su único propósito consiste en situar al hombre entero, cuerpo y alma, bajo la guía del Espíritu de Dios. En la práctica, san Juan de la Cruz se opuso inexorablemente al formalismo y la inhumanidad de quienes comparaba con “herreros espirituales” que martillaban violentamente las almas de sus víctimas para hacerlas calzar en algún modelo convencional de perfección ascética. Sabía muy bien que este tipo de ascetismo era uno de los más defectuosos, porque a menudo era una manifestación de incorregible orgullo espiritual. La claridad y la lógica de este carmelita español, sumada a su insuperable y experimentado conocimiento de las cosas de Dios, lo sitúan de lejos como uno de los más grandes y más confiables de todos los teólogos místicos”.
En la mística no hay camino, dice Juan de la Cruz. No hay senda indicada porque toda senda es meta. Por eso, la mística no posee una verdad externa más allá de la propia experiencia: una experiencia integral de la vida o de la realidad. Panikkar decía que pueden ser místicos “todos aquellos que son capaces de enamorarse”, autor que cita y comenta también muy apasionadamente a Juan en su obra “La mística. Una experiencia plena de la vida”, publicado en Herder. Un libro muy interesante también, y en sintonía con la espiritualidad de Merton. Como se expresa en esta cita del Rig Veda: “En el principio surgió el amor, el primer germen de la mente”.
ResponderEliminarCreo que así lo vivió y lo expresó un hombre capaz de enamorarse desde el sótano hasta la azotea de su alma: Juan de la Cruz.
Feliz celebración a tod@s los que estáis, en todas sus formas, en el Carmelo. En especial, claro, a ti, Manuel. ¡¡Buen regalo estas palabras de TM para vosostr@s!!
Y genial, me parece, la imagen comparativa del “herrero”. Muy oportuna, además, en los tiempos que "corren"…
Bendiciones Padre Manuel, que Nuestra Señora del Carmen le bendiga y guarde siempre,saludos,
ResponderEliminarCarmen