10 de diciembre: fecha fundamental en la biografía de Thomas Merton. Un día como este llegó TM a las puertas de Getsemaní para pedir la entrada en el monasterio trapense. Un día como este también, pero de otro año, 1968, moría Merton en otro continente, Asia, al que había acudido para participar en un encuentro de superiores mayores. Las fechas también tienen su misterio, y me resulta inevitable reflexionar en esta coincidencia: dos momentos cruciales de su biografía, dos puertas, que se abren o se cieran, según la perspectiva con que lo veamos.
Hoy también se celebra el día de los derechos humanos, y anoche, mientras celebraba la Eucaristía, escuchaba los gritos de una multitud enardecida que rodeaba a un grupo de personas que se manifestaban en contra del gobierno cubano.
Celebrar Adviento supone también solidarizarse con todos los que, en cualquier lugar del mundo, sueñan con nuevos espacios de libertad y comunión.
El 10 de diciembre es una fecha importante en la vida de Thomas Merton. Ese día llegó a Getsemaní para quedarse definitivamente. Ese día, en 1968, acabó su vida, de forma absurda, en Bangkok. También el 10 de diciembre es el día de la lucha por los derechos humanos. Me gusta relacionar ambas cosas, porque TM fue un gran humanista, que pudo descubrir a través de su experiencia religiosa la belleza del ser humano. Creo que todo camino espiritual ha de ser humanizador, plenificador de lo humano; una religiosidad que reniega de nuestra humanidad no será nunca auténticamente cristiana. (Entrada de este día el pasado año)
ResponderEliminarEs cierto, hay coincidencias en la vida que trascienden la racionalidad y los cálculos, son misterio. Casi todo lo verdaderamente extraordinario, lo que provoca auténtica transformación, tiene algo de inexplicable, de inefable. Y el más total y pleno misterio es Dios, la Presencia en todo lo creado.
ResponderEliminarEn esta fecha, TM, encuentra dos puertas. Las interpretaciones pueden abrirlas o cerrarlas, pero siempre una puerta significa una posibilidad que se abre en el muro, eso ya es una forma, un principio de liberación para el conjunto de la estructura.
Y, desde luego, completamente de acuerdo, en que optar por Cristo implica ser y actuar radicalmente de modo solidario. Y, sin duda, una manera de serlo es colaborar en que se cumpla el derecho de todos los seres humanos de ser libres y disfrutar de igualdad de derechos, porque sin ellos no se vive en situación de dignidad. Sentirnos y obrar en comunión con quienes denuncian vulneraciones de esos derecho fundamentales, sea cual fuere el marco geográfico o institucional (incluido el religioso) en los que no se respetan, son parcialmente reconocidos o se recurre a imposturas o manipulaciones argumentales de cualquier tipo para eludirlos.
También me identifico con la opinión que haces en tu comentario, Manuel: "Una religiosidad que reniega de nuestra humanidad no será nunca auténticamente cristiana".