lunes, 10 de enero de 2011

LIBERTAD

El hombre ha construido internamente imágenes como una valla de seguridad: imágenes religiosas, políticas, personales. Estas se manifiestan como símbolos ideas, creencias, cuya carga domina el pensar humano, las relaciones y la vida cotidiana. Estas son las causas de nuestros problemas porque separan al hombre del hombre en todas sus relaciones. Su percepción de la vida está moldeada por los conceptos ya establecidos por su mente. El contenido de su conciencia es esta conciencia. Este contenido es común a toda la humanidad. La individualidad es el nombre, la forma y la cultura superficial que el hombre adquiere de su medio ambiente. La singularidad del individuo no radica en lo superficial sino en la total libertad con respecto al contenido de su conciencia.
La libertad no es una reacción; la libertad no es una opción. Es jactancia del hombre creer que porque tiene poder de optar es libre. La libertad es observación pura sin dirección, sin el miedo que se esconde tras el castigo y la recompensa. La libertad está exenta de motivo; la libertad no se halla al final de la evolución del hombre sino en el primer paso de su existencia. En la observación uno empieza a descubrir la falta de libertad. La libertad se encuentra en la percepción directa y sin opciones de nuestra existencia diaria.
El pensamiento es tiempo. El pensamiento nace de la experiencia, del conocimiento, que son inseparables del tiempo. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestra acción se basa en el conocimiento y, por lo tanto, en el tiempo; de modo que el hombre es siempre un esclavo del pasado.
Cuando el hombre se dé cuenta del movimiento de su propia conciencia, verá la división entre el pensador y el pensamiento, el observador y lo observado, el experimentador y la experiencia. Descubrirá que esta división es ilusoria. Sólo entonces hay observación pura que es discernimiento instantáneo, sin sombra alguna del pasado. Este discernimiento intemporal genera un cambio profundo y radical en la mente.
La negación total es la esencia de lo positivo. Cuando negamos todas las cosas que no son amor, cosas como el deseo, el placer, entonces el amor está ahí con su compasión e inteligencia”.

 
Krishnamurti

1 comentario:

  1. No sé muy bien si corroborando la idea que K. expone sobre su percepción de libertad, pensamiento y tiempo, o probando todo lo contrario; en todo caso es curioso lo que la observación pura y directa de sus palabras ha traído a mi pensamiento como colofón de la lectura y materia para la reflexión: las famosas palabras del monólogo del Segismundo de Calderón, con toda la carga filosófica que encierran: “… que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Esta asociación, cuando menos, da fe de la radical libertad del “alma” del cerebro humano.
    Lo que sí que tengo cada día más claro es que las grandes cuestiones humanas: libertad, amor, verdad, valores, sentido de la existencia… no se escriben en singular, sino en un infinito plural sin uniformes. Cada ser humano las vive en forma personal, propia, en su particular camino.
    Y pienso que, en bastantes ocasiones, si nos pasamos con el “rizo” en determinadas cuestiones y trascendencias, lo único que conseguimos es “enredar” la “cabellera”. Creo que la mayor grandeza de lo esencial es precisamente su sencillez. Y, por otra parte, lo sustancial y más importante no consiste en dirimir qué es algo, sino en sentirlo, en el cómo lo experimentamos.
    Come ves, Manuel, me he dejado llevar por el título de tu post: ha volado libre mi pensamiento en la interpretación y en la expresión. Es que tus entradas son un buen estímulo para ello. Felicidades, y gracias, por lo que nos compartes, tanto en los contenidos, como en tu actitud.

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