Tanto Thomas Merton como Henri Nouwen se preocuparon por aquellos que buscaban servir a la comunidad cristiana de alguna manera, en la consagración o en un ministerio; sus ideas constituyen un tesoro valiosísimo si las dejamos resonar frente a nuestra búsqueda personal de Dios. En esta ocasión transcribo algunas frases relacionadas con lo que Nouwen llama el “liderazgo cristiano del futuro”; he resaltado las palabras que me parecen fundamentales, y que tocan mi propia experiencia como líder de comunidades parroquiales.
“Para el liderazgo cristiano del futuro es de vital importancia la mística de la teología, de tal manera que cuanto se diga, todo consejo que se dé y toda estrategia que se desarrollen procedan de un corazón que conoce íntimamente a Dios”.
“El líder cristiano del futuro está llamado a ser alguien completamente irrelevante, y a presentarse ante el mundo ofreciendo solamente su persona totalmente vulnerable”.
“El líder del futuro será quien se atreva a proclamar su irrelevancia en el mundo contemporáneo como una vocación divina que le permita entrar en profunda solidaridad con la angustia que subyace bajo el brillo del éxito, y llevar hasta allí la luz de Jesús”.
“El líder cristiano del futuro es el que conoce verdaderamente el corazón de Jesús hecho carne, un corazón de carne, en Jesús. Conocer el corazón de Dios significa, de una forma radical y concreta, anunciar y revelar que Dios es amor y sólo amor”.
“A los sacerdotes y a cuantos se dediquen al servicio ministerial en el futuro no les bastará con ser personas honradas, bien preparadas, deseosas de ayudar a sus hermanos los hombres y capaces de responder con creatividad a los problemas candentes de nuestro tiempo. Todo eso es muy valioso e importante, pero no es lo esencial del liderazgo cristiano. La pregunta central es: ¿los líderes del futuro son verdaderos hombres y mujeres de Dios, personas que experimentan el deseo ardiente de vivir en la presencia de Dios, de escuchar la voz de Dios, de estar en contacto con la Palabra encarnada de Dios y de saborear plenamente la infinita bondad de Dios?”.
“Para que el liderazgo cristiano sea verdaderamente fructífero en el futuro, se requiere un giro desde la moral a la mística”.
Henri Nouwen
“En el nombre de Jesús”
PPC, 1994
El tema del líder irrelevante y vulnerable aparece con mucha claridad en otro libro de Nouwen que hemos comentado en el blog, “El profeta herido”. Creo que el tema del liderazgo encaja perfectamente con la entrada anterior, y Nouwen lo describe como la relación entre profesionalidad y espiritualidad en el desempeño del ministerio cristiano. La formación teológica en los últimos años priorizó el conocimiento teórico frente a la experiencia, y aun hoy la estructura eclesial intenta formar a los futuros líderes dentro de una burbuja, al margen de las realidades concretas, complejas y vulnerables en las que han de desempeñarse luego.
Son buenas las orientaciones que ofrece Nouwen en esta serie de manifestaciones que nos ofreces, Manuel. Y, además, me parece muy lúcida y oportuna tu reflexión final, en la que haces referencia a tu visión de lo cómo es y cómo sería aconsejable que, la estructura eclesial, acometiera la formación de los futuros “líderes”.
ResponderEliminarMi opinión va en la misma línea. Pienso que todo ser humano es mujer y hombre de Dios, nace a un mundo y a una vida de Dios. Y el ser humano (mujer y hombre) que toma la decisión de realizar su seguimiento liderando a una comunidad cristiana (hoy,” por imperativo legal”, sólo hombres) no es posible que lo haga desde ninguna “burbuja”, viviendo “otra vida”, fuera de las experiencias vitales comunes al resto de los mortales.
Creo que el líder ha de estar al mismo “nivel” de vida, en todos los sentidos, que el resto de los miembros de la comunidad. Y tal como está estructurado el modelo organizativo eclesial, hoy por hoy, no es así. Hay condiciones de acceso restrictivas, exigencias, discriminaciones que lo impiden. En algunas iglesias cristianas esto sucede más que en otras, claro.
El “líder” no puede constituirse en una “casta”, en un “llamado de Dios”, en un “elegido”. El lenguaje utilizado es también muy importante, y sintomático. Aunque hay muchos, entre los que especialmente te incluyo, Manuel, que tienen otro tipo de visión y actitud, que no se sienten posicionados en la tradicional estructura piramidal en la que se cataloga, de iure y de facto, al pueblo de Dios. Pero esto no basta. El planteamiento debería estar instaurado y regulado institucionalmente. Y, en opinión de muchos, la actual situación requiere que se aborde ya una profunda transformación.