viernes, 21 de enero de 2011

MAESTROS PARA VIVIR

En mi habitación hay un par de libreros, y en ellos un buen número de libros de y sobre mis autores favoritos: Thomas Merton, Henri Nouwen, Teresa de Jesús, Herman Hess, Etty Hillesum, y algunos más. Si bien disfruto de cada libro, mi interés mayor está siempre en sus vidas, la experiencia vital, más que las reflexiones doctrinales; si atiendo lo segundo es por lo vinculado que pueda estar con lo primero. Me interesa básicamente la persona humana, su originalidad, su búsqueda de la Verdad, sus descubrimientos, aciertos y desaciertos, su razón de vivir. Al adentrarme en ello busco develar el misterio de mi propia vida, de mi propia existencia, también única e irrepetible; busco compañía cualificada para esta aventura, preñada de gozos y peligros, que llamamos “Vida”.

La teología tiene sentido, a mi juicio, cuando se trata no tanto de una cuestión académica, sino del “llegar a ser teólogo”. Hablo de bucear en la experiencia humana, hasta lo más hondo, lo hermoso y lo terrible, para encontrar en ella el rostro de Dios. La teología es o ha de ser primariamente una experiencia de carácter espiritual, “una experiencia individual, concreta e histórica que tiene su sitio en la oración” (H. Ott). La crisis de la teología adviene cuando se rompe la necesaria simbiosis entre vida y doctrina, cuando todo surge de la mente más que de la existencia y de la fe confrontada con las alegrías y los dolores de cada jornada.

De ahí que la vida de cada hombre y mujer de este mundo, y más aun de aquellos que consideramos “maestros”, es un camino luminoso hacia la búsqueda de Dios. Cuando la teología ignora la vida, deja de ser real y significativa; cuando los teólogos no conceden importancia a la experiencia de los “santos”, es decir de todos, hombres y mujeres que buscan el Amor, deja de ser fecunda.
Mi acercamiento a Thomas Merton en este blog, y a otros maestros y maestras espirituales, va por ese camino; no hay intensiones doctrinales o dogmáticas, sino experiencia de encuentro, conocimiento existencial, buceo reiterado en lo vivido por ellos, hasta encontrar la clave o la llama que iluminara sus vidas. Por ahí iba también mi tesina de licenciatura, “Vida y santidad en TM”, compartida parcialmente en este blog, y por ahí han de ir también mis trabajos futuros; vida, seguimiento, santidad, plenitud, son las imágenes conceptuales que apuntalan mis búsquedas espirituales. Evoco una idea de Oscar Wilde que guardo como un tesoro, descubierta por mí hace 17 años:
 “Tengo que volver bueno para mí todo lo que ha ocurrido… tengo que transformar todas y cada una de estas cosas en una experiencia espiritual. No hay una sola degradación del cuerpo que yo no deba convertir en una espiritualización del alma”.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho tu reflexión, nunca mejor dicho, muy humana, muy espiritual, que tanto da, que da lo mismo. Y clara, además.
    Evidencias una serie de ideas que creo muy interesantes y llenas del mensaje que Jesús, el galileo. Por ejemplo:
    Cada vida, cada experiencia vital de camino, es única e irrepetible.
    No es sostenible una teología que rompe la simbiosis entre vida y doctrina, entre sagrado y profano, entre espíritu y cuerpo.
    Todo camino humano, de cada mujer y hombre, es un camino luminoso hacia Dios. Todos somos, en una medida, ya santos por ser humanos.
    El Amor, y todo amor, es sagrado, santo y fecundo espiritualmente.
    La humanidad ha de estar siempre por encima de dogmas y doctrinas (el sábado es para el hombre, y no al revés).
    Y, como final, yo diría que no hay nada en nuestros cuerpos sensoriales que no sea ya cuerpo de Cristo, si nuestro cuerpo es humano para otros cuerpos.

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  2. Gracías por compartir con nosotros este post.

    Ahora nosotros tambien estamos estudiando teología y nos ha gustado mucho esa visión de llegar a ser teologo.

    Muchas gracias.

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  3. Buenos días, Manuel:
    Quizá es un poco tarde para hacer un comentario, pero no había entrado nunca en esta página web hasta ayer.
    Tu reflexión acerca de la búsqueda de Dios en la vida de los otros me ha parecido, profundamente transparente.
    Coincido tanto con esa forma de "ver" la persona y la vida que no puedo sino emocionarme cuando leo tus palabras.
    Muchas gracias por escribir.

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