martes, 9 de agosto de 2011

SANTIDAD NO ES CONFORMIDAD

El misterio de Dios resulta nebuloso e irreal, incluso para los hombres de fe; reducimos nuestra vida cristiana a una especie de propiedad gentil y social; falsificamos y deformamos las verdaderas perspectivas de la santidad; santidad se vuelve conformidad, aceptando lo que parece bueno de la sociedad en la que vivimos; se pone el acento en la “respetabilidad”.
La santidad, exige sacrificios, es un camino duro y austero, en el que debemos orar, ayunar, abrazar las dificultades, sacrificar muchas cosas por amor, con tal (importante esto) “de mejorar la condición del ser humano sobre la tierra”. El cristiano no puede vivir cómodamente, ignorando cuanto pasa a su alrededor, limitándose a hacer algunos gestos piadosos, mientras vive mediocremente su condición bautismal. Nuestro amor al prójimo no es simbólico, sino real.
Merton advierte: “Nos nos engañemos con fáciles e infantiles concepciones de la santidad”. Y pone algunos ejemplos concretos:
1- El pensar que un aumento de la práctica religiosa (“resurgimiento religioso”) suponga necesariamente que la sociedad se esté abriendo realmente a Dios. Dice: “! No lo aseguremos tan a la ligera!” Al contrario. “El mero hecho de que las personas estén asustadas e inseguras, se aferren a eslóganes optimistas, acudan con más frecuencia a la iglesia y busquen pacificar sus atribuladas almas mediante máximas estimulantes y humanitarias, no es en modo alguno índice de que nuestra sociedad esté volviéndose “religiosa”. De hecho puede que sea un síntoma de enfermedad espiritual”.
2- Una religiosidad superficial carente de raíces realmente cristianas e ignorante de las necesidades de los seres humanos y de la sociedad, puede acabar siendo en verdad una evasión de los compromisos cristianos, y puede acarrear a la fe mucho descrédito. “Nuestra época necesita algo más que personas devotas que acuden asiduamente al templo, que evitan cometer faltas graves (al menos las faltas fácilmente identificables como tales), pero que raras veces hacen nada constructivo o positivamente bueno. No basta con ser exteriormente respetable”.
3- Algunos cristianos pueden vivir en sociedades injustas, mientras cierran los ojos a toda clases de males a su alrededor. Es el caso de los sistemas totalitarios del pasado siglo XX, o las sociedades capitalistas de libre mercado, de mayoría cristiana. “Están interesados tan sólo en su propia vida de piedad compartimentada, cerrada a cualquier otra cosa sobre la faz de la tierra”. Esto ha supuesto, y Merton es profeta cuando lo dice, “que dicha pobre excusa de religión contribuye efectivamente a la ceguera e insensibilidad moral y, en última instancia, conduce a la muerte del cristianismo en naciones enteras o en zonas muy amplias de la sociedad”.

(De: “Vida y Santidad”, Thomas Merton)

Notas:
“Puede haber mucha bondad real en esta clase de respetabilidad. Las buenas intenciones no se pierden a los ojos del Señor. Sin embargo, siempre habrá cierta falta de profundidad y una determinada parcialidad y falta de totalidad que hará imposible que tales personas alcancen la plena semejanza con Cristo, o al menos, logren trascender las limitaciones de su grupo social haciendo los sacrificios que les exige el Espíritu de Cristo, sacrificios que los alejan de algunos de sus allegados y les impondrán decisiones de una solitaria y terrible responsabilidad”. VS; Página 29. Aquí hay una importante intuición de Thomas Merton, que toca un aspecto esencial de la llamada “religión tradicional”. Como un ejemplo de cristiano que logró superar este escollo pienso en Santa Teresita, cuya santidad Merton admira a pesar justamente de su entorno religioso y social, que ella consiguió trascender.
VS; Página 29.
VS; Página 30.
VS; Página 30.
VS; Página 30.
VS; Página 31.

2 comentarios:

  1. Cuando olvidamos que Dios es un Misterio, nuestra oración se puede convertir simplemente en presentar un listado, mas breve o menos breve,de peticiones que parecen las órdenes a un subordinado, porque le indicamos cuándo, dónde y por supuesto cómo debe hacer lo que le pedimos, siempre indicando el órden que debe seguir de prioridades. Podemos llegar a ponernos perentorios. Y podemos dar la espalda, al final y dar por terminada la oración con un frío "amen", seguros de que nuestras "órdenes" serán cumplidas. ¡Qué sorpresa, cuando no ¡qué desencanto! cuando nuestras´órdenes con disfraz de oración no son cumplidas, simplemente porque "Mis caminos no son los caminos de ustedes", y porque Dios, como tu dices Manuel, es un misterio nebuloso e irreal.
    También olvidamos que nuestro hermano es parte del Misterio, y lo tratamos con amable condescendencia llamandola "caridad", olvidando que la cosa se trata de mucho más, ni siquiera de ojo por ojo...ni siquiera de amar como se ama uno mismo, sino de "amarlo como Jesús lo ama".
    Por eso la santidad es un camino duro, Manuel, como tu dices. Y que hay que orar, ayunar, sacrificar muchas cosas (o a veces pocas pero muy difíciles).
    Pero aún recuerdo, y conservo, y me alientan aquellas palabras de SAN:"la santidad de Dios es la vocación universal de todos los seres, cada uno a su manera...
    La santidad es nuestra mas íntima verdad: somos santos. No..porque seamos perfectos, sino simplemente porque somos y vivimos y nos movemos siempre en Dios y Dios es nosotros..."
    Un abrazo
    Sol

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  2. Estoy completamente de acuerdo con las puntualizaciones que haces en esta entrada, sobre la aproximación a la santidad en los textos de Merton, Manuel. Los tres puntos dan argumentaciones, en mi opinión, razonada y sobradamente lógicas (desde el mensaje de Cristo y la misión cristiana) para no confundir, ni hacer coincidir, la santidad cristiana con algo que sería quizá no malo, pero no santo.
    La santidad no es conformidad, ni muchos menos. Pero aunque pueda parecer lo contrario, eso no facilita el camino. Todo lo contrario: la dificultad no está en conformarse, adaptarse, acomodarse y decir sí a lo establecido. Pero es que tenemos que tener en cuenta siempre que la alternativa de Jesús es subversiva siempre. Jesús nos invita siempre a más, y “el más”, que es siempre plenitud y felicidad compartida con los otros en la justicia, no se logra nunca quedándose parados, quietos, dormidos, sumisos.

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