A propósito del inminente ADVIENTO, comparto algunas entradas antiguas que recogen textos de TM sobre el tema, de su libro “Tiempos de celebración”. Me gusta el Adviento, su color, su música, sobre todo su alegría y su esperanza. Justo en este momento de mi vida, en el que aguardo, con clara certeza, un nuevo nacimiento, me preparo interiormente para lo nuevo. Además de las lecturas habituales, la compañía de los maestros, la escucha atenta en el silencio y la contemplación de la naturaleza, me abro también al mensaje del arte: la música, el cine, la literatura. Con todo ello preparo el sitio y creo la melodía que acunará al fruto por venir. Cuatro semanas mágicas, con la magia vital del existir, para recrear y renovar lo que somos y estamos llamados a ser. Los ángeles, amigas y amigos, acompañan en la búsqueda del misterio, y en la consecución de la plenitud a la que estamos llamados.
Juntos empujemos suavemente la puerta, y adentrémonos en la luz del último mes del año. Aun en medio de la más profunda oscuridad hay una vida nueva que asoma su cara, y nos sonríe.
“Nuestro Adviento no es una celebración de valores tradicionales meramente culturales, por grandes y dignos de perpetuación que sean. El adviento no es un mero retorno, una repetición, una renovación de lo antiguo. No puede ser el regreso a la infancia personal o social. La venida del Señor, que es lo mismo que Su “presencia”, es la venida de lo nuevo, no la renovación de lo viejo”.
"Nuestra tarea es buscar y encontrar a Cristo en nuestro mundo tal y como es y no como podría ser. El hecho de que el mundo sea diferente de lo que podría ser no altera la verdad de que Cristo está presente en él, y que Su plan no ha fracasado ni cambiado: en efecto, todo se hará conforme a Su voluntad. Nuestro adviento es la celebración de esa esperanza. Lo que es incierto no es la "venida" de Cristo sino nuestra acogida a Él, nuestra docilidad y capacidad de salir a Su encuentro".
“El misterio de Adviento es un misterio de vaciamiento, de pobreza, de limitación. Debe ser así. De otro modo no podría ser un misterio de esperanza. El misterio de Adviento es un misterio de comienzo: pero también es el misterio de un fin. La plenitud del tiempo es el final de todo lo que todavía estaba incompleto, todo lo que todavía era parcial. Es el cumplimiento en unidad de todo lo que era fragmentario.
El misterio de Adviento en nuestras vidas es el comienzo del fin de todo lo que en nosotros no es todavía Cristo. Es el comienzo del fin de la irrealidad”.
“Adviento, para nosotros, significa aceptación de ese comienzo totalmente nuevo. Significa una disposición para hacer que la eternidad y el tiempo se encuentren no sólo en Cristo sino en nosotros, en el Hombre, en nuestra vida, en nuestro mundo, en nuestro tiempo. Si hemos de entrar en el comienzo de lo nuevo, debemos aceptar la muerte de lo viejo. El comienzo, pues, es el fin. Hemos de aceptar el fin, antes de poder empezar. O más bien, para ser más fieles a la complejidad de la vida, hemos de aceptar el final en el comienzo, ambos juntos".
Thomas Merton
“Tiempos de Celebración”
Bello título el de esta entrada, Manuel. Muy sugerente y evocador. Y hermosas, en su ternura e intimidad, tus palabras introductorias.
ResponderEliminarGracias por traernos de nuevo estos fragmentos de Merton, elegidos de su libro “Tiempos de Celebración”.
El adviento tiene su propio ritmo, su propia historia, su propio encanto. Porque, sobre todo, es tiempo de anticipar algo bueno… tiempo de deseo, de promesas que alumbrarán la esperanza. Disfrutar la espera es un anticipo de la plenitud del encuentro. Es tiempo de vivir, experimentar, la grandeza de una promesa de amor. Dios nos promete que su Amor no descansa: por cada uno de nosotros salvará distancias infinitas, vendrá a nuestras vidas, creerá en nosotros y saldrá a nuestro encuentro en caminos inesperados.
Que este tiempo de espera haya más besos, más poemas, más música, más risas… esperemos vivos al Misterio que es Vida. Esperemos al Amor, despiertos,amando.
Por la fe en el misterio pascual es posible que el tiempo y la eternidad se encuentren en nuestros corazones.
ResponderEliminarLa contemplación de la vida, pasión y muerte del Señor Jesús nos abren a la vida plena, a la vida eterna.
Y cada vez que pasamos el tiempo de adviento preparando el corazón en la oración y en el servicio para que Jesús nazca de nuevo en nuestro mundo "el tiempo se hace eternidad y la enternidad entra en el tiempo". Por eso la fe es tan importante para la Iglesia, para el mundo.