En la abadía de Getsemaní, mayo de 1968, TM se reunió con un grupo de religiosas contemplativas, para compartir inquietudes y abrir caminos al Espíritu. Una de esas charlas, recogida en el libro LOS MANANTIALES DE LA CONTEMPLACIÓN, Lleva como título “Vida contemplativa como vocación profética”. De ella tomamos algunos pasajes para nuestras próximas entradas en el blog. Merton se acerca al tema desde una posición radical, respondiendo, dice: “al pensamiento de una gran cantidad de gente que está, por lo general, fuera de las estructuras de la Iglesia, y que tiene muchos seguidores entre los jóvenes”. Parte de un presupuesto:
“Todos los movimientos así llamados proféticos hoy en día son falsos porque simplemente encajan de uno u otro modo en la estructura de la sociedad. El gran problema que ahora tenemos que enfrentar es que vivimos en una sociedad que incorpora en su seno el disenso. En otras palabras, la tesis que sustenta esta posición es que estamos viviendo en una sociedad totalitaria. No es fascista en el sentido político, pero sí lo es en la forma en que está económicamente organizada. Está organizada para el lucro y para el mercadeo. En esa maquinaria, no hay verdadera libertad”.
Y luego, dentro de ese contexto, está también la vida religiosa, y TM se pregunta qué lugar ocupa en esta sociedad predeterminada, ocupamos un espacio en la prensa por cuestiones accidentales, y nuestros gestos son parte de la misma dinámica social. La respuesta ya no es aislarse o segregarse:
“Recordemos la historia de la profecía, el Antiguo Testamento. Uno de los momentos decisivos en la vida del profeta Abraham es cuando le dicen: “Vete de tu tierra”: El profeta tiene que salir de cierto tipo de sociedad o estructura social. Para ser un profeta es necesario ponerse en las manos de Dios, y continuar a partir de ese momento. Moisés y el pueblo elegido tuvieron que salir de la estructura egipcia. Nada se dice de que Egipto haya sido un país inmoral. No era necesariamente peor que ningún otro país. Pero el pueblo tuvo que salir porque no era libre, porque alguien les estaba ordenando lo que tenían que hacer. Alguien determinaba enteramente la vida de ellos. La palabra para ese estado de cosas es alienación…”.
Tierra…Poder…Estructuras…Libertad…Profetas.
ResponderEliminarMerton, una vez más, y sin caducidad en el presente, ahonda en un tema importante. El profeta no es un adivino que “ve” el futuro, sino un hombre libre y de fe que ve el presente, y alzan su voz de protesta por la justicia, por el mal uso de tradiciones y creencias. El profeta penetra el presente, lo ve con ojos de fe y a veces grita y protesta, y a veces consuela y anima. Los profetas de Israel son perturbadores del presente y no adivinos. A los profetas no los mataban o encarcelaban por anunciar el futuro, sino por denunciar el presente. Jesús sabía lo que era un profeta. Conoció al último del Antiguo Testamento, y se bautizó ante su presencia. Y comprobó que el poder no los aguanta. Sin duda, aguantar a un profeta es molestísimo. Y el poder, que es muy sabio, o los mata o los incorpora a la nómina para que se callen.