Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.
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jueves, 3 de mayo de 2012
NADA QUIERE EL AMOR QUE PUEDA EXHIBIRSE
Cada noche maravillosa
Es invención nuestra
Cielos infinitos que lentamente giran.
La eterna danza de las estrellas
Conjunción de caminos y paisajes desiertos
Argamasa iluminada por la luna
Brillantes edificios de ojos allanados
Calles silenciosas.
El sueño de la máquina
Es invención nuestra
Junto al búho del bosque
Oigo el último auto en la carretera
Lejos de la ciudad
Y en mi reposo
Desciendo a lo profundo
De la noche prodigiosa
A la búsqueda de un mensaje de amor.
Pero el amor no envía telegramas
No llama desde un teléfono ordinario
No envía fotos, ni habla en magnetófono
No compra regalo
Ni anillos ni joyas
Ni aún de las estrellas.
Nada quiere el amor
Nada que pueda exhibirse
En los escaparates de la gran urbe.
Nada que tenga un precio.
Apareces como un grito salvaje
Nacido de mi propio y misterioso abismo.
Canción intraducible
De las entrañas
De mis más íntimos planetas
Retornas a mí
Como mi dulce luna callada.
Es medianoche
Y vigilas mi corazón
Como un sol invisible.
Es medianoche
Y me persigues
Ofreciéndome la verdad que necesito.
Velas mi infierno
Afligido y lloroso me despierto
Mi casa oscura está rebosante de cometas.
Thomas Merton
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