jueves, 3 de mayo de 2012

NADA QUIERE EL AMOR QUE PUEDA EXHIBIRSE

Cada noche maravillosa Es invención nuestra Cielos infinitos que lentamente giran. La eterna danza de las estrellas Conjunción de caminos y paisajes desiertos Argamasa iluminada por la luna Brillantes edificios de ojos allanados Calles silenciosas. El sueño de la máquina Es invención nuestra Junto al búho del bosque Oigo el último auto en la carretera Lejos de la ciudad Y en mi reposo Desciendo a lo profundo De la noche prodigiosa A la búsqueda de un mensaje de amor. Pero el amor no envía telegramas No llama desde un teléfono ordinario No envía fotos, ni habla en magnetófono No compra regalo Ni anillos ni joyas Ni aún de las estrellas. Nada quiere el amor Nada que pueda exhibirse En los escaparates de la gran urbe. Nada que tenga un precio. Apareces como un grito salvaje Nacido de mi propio y misterioso abismo. Canción intraducible De las entrañas De mis más íntimos planetas Retornas a mí Como mi dulce luna callada. Es medianoche Y vigilas mi corazón Como un sol invisible. Es medianoche Y me persigues Ofreciéndome la verdad que necesito. Velas mi infierno Afligido y lloroso me despierto Mi casa oscura está rebosante de cometas. Thomas Merton

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