“Nuestra
tarea es buscar y encontrar a Cristo en nuestro mundo tal como es y no como podría ser. El hecho de que el mundo sea
diferente de lo que podría ser no altera la verdad de que Cristo está presente
en él, y que Su plan no ha fracasado ni cambiado…
Nuestro
Adviento es la celebración de esa esperanza. Lo que es incierto no es la
“venida” de Cristo sino nuestra acogida a Él, nuestra respuesta a Él, nuestra
docilidad y capacidad de “salir” a Su encuentro. Hemos de estar dispuestos a
verle y a aclamarle, como hizo Juan, aun en el mismo instante en que todo el
trabajo de nuestra vida y todo su significado parecen derrumbarse. En efecto,
cosa aun más temible, la misma Iglesia quizá sea llamada algún día a señalar al
Redentor victorioso y Rey de los tiempos en medio del derrumbamiento de todo lo
que ha edificado laboriosamente la devoción de siglos y culturas, con sincera intención
de que fuera cristiano.
El
advenimiento de Cristo en la historia no está esencialmente vinculado al
desarrollo y progreso de una civilización cristiana. La “cristiandad” es y ha
sido una gran cosa, pero nunca ha sido un bien absoluto y sin matizar, ni un
bien en sí mismo. La cristiandad no es el cristianismo. No es “el Reino” y no
es el Cristo místico.
La
realidad de la cultura cristiana emana ciertamente de la presencia de Cristo en
el mundo, pero no es idéntica a esa presencia. Nuestro Adviento no es una
celebración de valores tradicionales meramente culturales, por grandes y dignos
de perpetuación que sean. El adviento no es un mero retorno, una repetición,
una renovación de lo antiguo. No puede ser el regreso a la infancia personal o
social. La venida del Señor, que es lo mismo que Su “presencia”, es la venida
de lo nuevo, no la renovación de lo viejo, y la Historia Sagrada es como el río
de Heráclito en que nadie se baña dos veces”.
Thomas
Merton, Tiempos de celebración.
Adviento. Dios nos promete que su amor no descansa. Que va a seguir viniendo cada día a nuestras vidas, saliéndonos al encuentro en el mundo. Adviento que se hace memoria, sueño y deseo. Amor verdadero hecho carne, vida, pasión y proyecto. Es posible amar, desde que vino, sin fecha de caducidad. Porque desde que nació, el final es tan solo nuevo comienzo, principio para amarse en el siempre eterno.
ResponderEliminarUn abrazo, de corazón a corazón.