Thomas Merton no era católico, había sido bautizado en la Iglesia episcopaliana en Estados Unidos, pero casi que por formalidad más que por verdadera elección de fe; no obstante en su vida siempre hay referencias de tipo religioso, en el sentido de apertura a lo "trascendente" que hay siempre en el arte, o en una sociedad con referentes religiosos establecidos. Recibió una educación liberal, conoció variadas experiencias humanas y religiosas. Merton es hombre de experiencia, con vocación por la escritura desde muy temprana edad.
Recibió una gran influencia de San Juan de la Cruz en una etapa concreta de su vida, y ello es evidente en el título y sentido de algunos de sus libros; lo mismo, afectivamente se sintió cercano a Teresa de Lisieux, otra santa del Carmelo. En uno de sus diarios las referencias a santos y elementos de la espiritualidad carmelitana son constantes.
Fue cuestionado por sus hermanos monjes a causa de su singularidad; se le reprocha no haber sido suficientemente contemplativo, pasando por alto algunas tradiciones monásticas tradicionales. Es curioso, sin embargo que su testimonio como "contemplativo" haya llegado y siga llegando a tantos.
Su autobiografía no puede leerse simplemente como "biografía", porque no es meramente historia, sino "historia de fe", historia de "conversión", y ello es un género literario en sí mismo, como lo encontramos en San Agustín o en Santa Teresa. Hay elementos que han sido polarizados o extremados, para dar mayor énfasis al mensaje que se intenta trasmitir. Es importante no hacer tanto una lectura "moralista" de su conversión, sino una lectura "espiritual". En su conversión ocupan un lugar central sus lecturas, sus profesores y sus amigos. Aldous Huxley le acercó a una nueva comprensión de la espiritualidad y del ascetismo como un elemento básico de esta.
Recibió muchas influencias intelectuales: Willian Blake, Maritain, Newman, Hopkins, etc.
Su experiencia de 1958, en Louisville, la llamada "epifanía", redefinió su comprensión de la vida e identidad monásticas. Su itinerario vital nos ayuda a comprender el vínculo entre conversión, santidad e identidad.
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