lunes, 25 de febrero de 2013

ITINERARIO DE CUARESMA: reactivar la experiencia fundante.



Comenzar por recordar mi propio encuentro con Jesús, mi historia de salvación, partiendo de un pasaje de Deuteronomio que leemos a inicios de la Cuaresma. Los israelitas al presentar la ofrenda de los primeros frutos ante el altar de Dios hacen una profesión de fe, que parte de su propia experiencia como pueblo, asumida a nivel personal también:

 "Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto y se estableció allí con unas pocas personas. Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa. Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos. Nos introdujo en este lugar y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que Tú, Señor, me has dado."
(Deuteronomio 26, 4-10)

  
Traigo a la memoria mi encuentro con Jesús. Esta es la experiencia original que necesita ser reactivada, el misterio que no dejará nunca de ser misterio, por mucho que busque, indague y profundice en ello. Esta memoria de la experiencia fundante de mi camino de fe, lo que llevamos en la boca y el corazón al decir de Pablo,  es lo que nos permite atravesar el desierto, sin sucumbir a las múltiples tentaciones. Si mantenemos en activo la experiencia fundante, podrás superar cualquier tentación.

“Después del bautismo, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. Allí estuvo cuarenta días, viviendo entre las fieras y siendo puesto a prueba por Satanás; y los ángeles le servían”.
(Marcos 1, 12-13)

Quien lleva a Jesús al desierto es el Espíritu, y al final de los 40 días, y luego de ser tentado, los ángeles acuden a servirle. El desierto es imagen de nuestra propia vida, y todo el camino está en las manos de Dios de principio a fin. El diablo, las tentaciones, podemos decir que son puro accidente, y esto no supone minimizar su acción y las consecuencias de esta, pero sí reafirmar que es Dios y no el Mal quien define e impulsa nuestra vida. Y finalmente, no se recibe el Espíritu para apartarse de la vida, sino para sumergirse en ella

 El bautismo sacramental en mi caso personal fue la expresión concreta de una previa “experiencia bautismal”, inaugural, iniciática. En el caso de una persona que recibió el bautismo sacramental al nacer, necesita también vivir la experiencia bautismal que le haga despertar conscientemente a la fe, para poner voluntad y libertad al servicio del Camino.  .

1 comentario:



  1. A toda experiencia amorosa, y es el caso de la relación con Dios que se basa en el amor, le viene bien recapitular y revivir las experiencias iniciáticas, fundacionales.
    Gracias Manuel por propiciar que continuemos con este itinerario cuaresmal, días propicios para re-vivir.

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