“No es
que el alimento sea un mal, ni que las satisfacciones naturales sean algo que
Dios nos concede de mala gana, prefiriendo privarnos de ellas cuando puede. Ayunar
es bueno porque el mismo alimento es bueno. Pero las cosas buenas de este mundo
tienen eso, que son buenas en su momento y no fuera de él. El alimento es
bueno, pero comer constantemente es malo, y en realidad ni siquiera es
agradable. El hombre que se atiborra de alimento y de bebida disfruta con su
hartura mucho menos que quien ayuna con su frugal colación.
Aun el
ayuno mismo, en moderación y conforme a la voluntad de Dios, es cosa agradable.
Hay saludables goces naturales en la contención de sí mismo: goces del
espíritu, que comparte su ligereza aun con la carne. Feliz el hombre cuya carne
no carga a su espíritu sino que sólo se apoya ligeramente en su brazo como
graciosa compañera.
Thomas
Merton; Tiempos de Celebración
Pág.
127-128.
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