"La Pascua no se entiende
suficientemente si pensamos en ella sólo como la época en que
reafirmamos nuestra creencia de que Cristo resucitó de entre los
muertos. Que el hecho histórico de la resurrección sea la clave de toda
la construcción de la fe cristiana no llega a ser suficiente razón para
que la Pascua sea esa fiesta grande que es.
La Pascua no es un día comparable al 4 de julio, aunque con toda verdad sea la celebración de nuestra libertad cristiana. Pero esa celebración no recuerda meramente el acto por el que somos liberados, sino, que reaviva nuestra misma libertad, en la renovación del misterio en que llegamos a ser libres.
En todo caso, el misterio de Pascua no se celebra sólo en Pascua, sino en todos los días del año, porque la Misa es el Misterio Pascual. El tiempo de Pasión, la Semana Santa, la Pascua y los cincuenta días santos de la época de Pascua, que culminan con la celebración de Pentecostés, se combinan todos para extender ante nosotros el misterio de Pascua en su momento con todo detalle: pero la plenitud del Viernes Santo, Pascua y Pentecostés también se condensa en el ámbito de la misa de cada día. Pues cada vez que participamos en los Misterios sagrados, la Pascha Domini (el paso del Senor), morimos con Cristo, resucitamos con Él y recibimos de Él el Espíritu de Promesa que nos transforma y nos une al Padre en y por medio del Espíritu Santo".
Thomas MERTON
"Tiempos de celebración"
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