"La fe no tiene nada que ver con la certeza lógica que supone la geometría euclidiana. Dios no es la conclusión de un proceso de razonamiento. Tampoco es la solución de un problema matemático. Creer en Dios no quiere decir que aceptemos la responsabilidad de su existencia porque esta nos haya sido probada por algún argumento teórico. Creer en Dios es poner nuestra confianza en alguien que conocemos y que amamos. Tener fe no es suponer que algo es cierto. Tener fe es tener la certeza de que alguien está presente.
La fe no es una certeza lógica. Es una relación personal, en el estado latente rudimentario de cada uno de nosotros. Necesita crecer continuamente. Puede coexistir con la duda, porque fe y duda no se excluyen. Por la gracia de Dios, algunos mantendrán toda su vida su fe infantil, que les permite aceptar todo lo que se les presenta. Sin embargo, en el momento actual, esta actitud es impensable. Sepamos hacer nuestro este grito: Senor, yo creo, pero ayuda mi falta de fe! (Marcos 9, 24), que se convertirá para muchos de nosotros en oración constante hasta las puertas de la muerte. Sin embargo, duda no quiere decir falta de fe. Dudar puede querer decir, incluso, lo contrario: que nuestra fe está muy viva, que está creciendo. La fe no es sinónimo de contentamiento fácil; tener fe es asumir riesgos, no cerrarnos a lo desconocido, sino afrontarlo resueltamente. Cualquier cristiano puede hacer suyas estas palabras: "El acto de fe es un diálogo constante con la duda" (J.A. T. Robinson).
Como dice Thomas MERTON: "La fe es una fuente de preguntas y combates, antes de convertirse en una fuente de certeza y de paz".
La fe se transforma, entonces, en una relación personal con Dios. Una relación incompleta, vacilante, pero real. La fe es conocer a Dios no como una teoría ni como un principio abstracto, sino como persona. Conocer a una persona es algo muy distinto a conocer solamente algunos hechos que le conciernen. Conocer a una persona es, esencialmente, amarla".
Kallistos WARE
"El Dios del misterio y la oración"
NARCEA, 1997
ResponderEliminarMuy estimulante esta entrada para el diario vivir en la fe.
Podemos decir, "Señor, yo amo, pero ayuda mi falta de amor"
En momentos de dudas es cuando la balnza de la Fe se tambalea más hacia la oscuridad . Pido en mis oraciones que Dios nunca me deje en la penumbra y si veo un rayo de su Luz , que me ayude a canalizarlo para poder seguir su rastro sin ninguna duda , sino llena de Fe.
ResponderEliminar