Las 7
cartas de Ignacio que la Iglesia conserva y atesora nos acercan a la
situación de la comunidad cristiana a principios del siglo II. Ignacio, obispo, había sido condenado a morir
devorado por las fieras en Roma. Hacia ella le llevan los soldados imperiales,
y en el camino escribe estas 7 cartas.
Expresan su preocupación por la comunidad que deja atrás, por las
persecuciones de sus hermanos, por los falsos maestros y las indisciplinas y
divisiones de la Iglesia. Ignacio rechaza a los que negaban la vida física de
Jesucristo, y rechazaban la comunión, y a los que veían a Jesús como un simple
maestro dentro del judaísmo. Ignacio reafirma una y otra vez la realidad de la
humanidad de Jesucristo. Ignacio es más cercano a la teología de Juan que a la
de Pablo. Es el primero que emplea la frase “Iglesia Católica”. También subraya
la importancia del obispo local, y es el primer testigo de la existencia de un
episcopado monárquico (Nada debe hacer la Iglesia sin contar con el obispo, y
quien no se somete a él, no está sometido a Dios). Expresa de modo único el
sentido del martirio para los primeros cristianos.
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