sábado, 21 de diciembre de 2013

EL NACIMIENTO DE DIOS EN NOSOTROS

Celebramos el nacimiento de Cristo en Belén para poder creer que hay vida divina en nosotros. Sin esta festividad, estaríamos pasando por alto la vida divina que hay en nosotros. Consideraríamos vida aquello que se ve hacia afuera: nuestro trabajo, nuestros logros, nuestros fracasos, la convivencia humana, el reconocimiento, la dedicación, el amor, nuestras alegrías y nuestras penas cotidianas. Y no nos daríamos cuenta de que Dios mismo está en nosotros. Necesitamos de muchos símbolos para creer, ante el poder de los hechos, en el misterio de que Dios ha llegado a nuestro mundo. Armamos árboles de Navidad, encendemos velas, cantamos villancicos que anuncian con imágenes el misterio de la encarnación de Dios y sus melodías trasmiten que algo ha cambiado en nuestro mundo gracias a la venida de Dios, que podemos sentirnos aquí un poco más cerca de casa
Cantamos esos villancicos para permitirnos nuevas posibilidades: amor, ternura, asombro, emoción, sentimientos. Le cantamos al Niño Dios en el pesebre para desarrollar en nosotros las mismas posibilidades que tiene un niño: lo espontáneo y lo auténtico, lo vital y lo genuino, lo nuevo y lo fresco...".

Anselm Grün.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.