Alfred Delp (1907-1945) fue un jesuita ejecutado por los nazis. Durante los meses que estuvo en prisión, escribió una serie de meditaciones sobre el Adviento, el Padrenuestro, las tareas de la humanidad y de la Iglesia del futuro, el sentido de la felicidad y otros temas espirituales. Estas han sido publicadas recientemente por Sal Terrae, bajo el título de "Escritos desde la prisión", con prólogo de Thomas Merton. Aquí traemos una selección de frases cortas tomadas de ese libro, que recomendamos a los lectores del blog...
"Creer en la doradas semilla de Dios, esparcida por los ángeles y ofrecida siempre a los corazones receptivos, es lo primero que el ser humano debe hacer por su vida. Y lo segundo es ir él mismo en los días grises como mensajero portador de un mensaje".
"En la vida del hombre tiene la alegría mucho que ver con Dios".
"La gran conversión transformará el desierto en un lugar sagrado para el hombre".
"Las verdades teológicas necesitan hacerse posesión vivida de manera concreta".
"El ser humano llega precisamente a ser él mismo allí donde se reconoce como el lugar en el que habita el Ser más alto y luminoso".
"Pertenece a la esencia del hombre tratar de superarse".
"Dios no impone a nadie por la fuerza su salvación".
"La libertad es el aliento de la vida".
"El ser humano y el cristiano en concreto deben conocer su compromiso por la historia y con la historia".
"La palabra de Dios no está encadenada ni siquiera cuando todos los valores humanos yacen bajo las cadenas del miedo y de la angustia, del desaliento y el cansancio y del afán de compromiso".
"Todas las cosas están consagradas y son especiales misterios, debido a la cercanía de Dios y a la intimidad con Dios de la existencia".
"Los tiempos y las cosas llevan la carga de las bendiciones divinas".
"Sé muy bien que a menudo la Iglesia no solo se eclipsa a sí misma, sino que se interpone ante la luz, impidiendo ver a Dios".
"Algunos creen en todo: en cada ceremonia, en cada costumbre; en lo único que no creen es en el Dios vivo".
"Sin un mínimo de sano humanismo, de verdadera dignidad humana y de sustancia humana cultivada, no puede el hombre ser digno de Dios".
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