“En las sociedades de castas
estrictamente limitadas y autoritarias de la Europa medieval, India, China y
Japón, el individuo vivía sumamente restringido en un marco que le negaba toda
movilidad social. Pero la persona excepcional, de cualquier casta, podía
hacerse monje. Si era capaz de vivir como un auténtico mendigo y peregrino,
aceptar los sacrificios, las inseguridades, los riesgos, los desafíos de la
aventura solitaria, se le liberaba de las limitaciones sociales. Iba solo por
carreteras, junglas o desiertos con derecho a evolucionar a su propia manera,
hasta con derecho a intentar con dedicación apasionada liberarse de los límites
de su contingencia en tanto que criatura: podía perderse en la luz de la
eternidad, siempre y cuando encontrara el camino.
En el mundo moderno, las cosas se
han invertido hasta cierto punto. Vivimos en una sociedad sumamente móvil en la
que, si bien tal vez no seamos tan libres como pensamos, los límites aun son
muy flexibles y, en ocasiones, inexistentes. Entrar en el monasterio es entrar
en la forma de vida más restringida que existe. Esta restricción tiene una
finalidad: nos es impuesta para liberarnos de los apegos y de la voluntad del
ego. Pero la gran pregunta es: ¿Cumple con esta misión?
Sí y no.
No podemos despreciar al
ascetismo del servicio y la obediencia comunales como si fuese algo que no
viene para nada al caso, anticuado, represivo y estéril. Es necesario y
saludable para las personas que han
tenido poca o ninguna disciplina. Por otra parte, decididamente opera de manera
tal que no va más allá de iniciar cierto crecimiento. Frustra y ahoga el
crecimiento por encima del nivel medio; no provee otra cosa que una adaptación
formal a un esquema comunal bastante estrecho y limitado. Dentro de este
esquema, tolera el crecimiento seguro y moderado y consagra la falta de
crecimiento. En la práctica es mucho más tolerante con quienes no crecen”.
Thomas Merton “Acción y contemplación”, página 135.
Este libro de Merton, menos
conocido que otros suyos, recoge ideas interesantes sobre la vida contemplativa
y las condiciones que la dificultan o propician en el mundo contemporáneo. El
texto anterior pertenece al capítulo VII, titulado "Integración final: Hacia una terapia monástica"; la pregunta que
queda pendiente es: ¿Cuán actual sigue
resultando la afirmación de Merton de que se acomoda mejor en la vida
consagrada aquel que se instala y acomoda, dejando de buscar y crecer?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.