viernes, 11 de septiembre de 2015

EN CUBA CON LA CARIDAD DEL COBRE

"Cuando habíamos cruzado la sierra divisoria y bajábamos por los
verdes valles hacia el mar Caribe, vi la basílica amarilla de Nuestra Señora del Cobre, de pie en una prominencia, sobre los tejados metálicos del pueblo minero que emergía de las profundidades de una honda concavidad de verdor, defendida por peñascos y pendientes escarpadas cubiertas de matorral.

-¡Ahí estás, Caridad del Cobre!. Es a tí a quien he venido a ver; tú pedirás a Cristo que me haga su sacerdote y yo te daré mi corazón. Señora, si quieres alcanzarme este sacerdocio, yo te recordaré en mi primera misa de tal modo que la misa será para tí y ofrecida a través de tus manos...

Subí por la senda que contorneaba el montículo en que se asienta la basílica. Entrando por la puerta, quedé sorprendido de que el suelo fuera tan reluciente y la casa tan limpia. Estaba en el fondo de la iglesia, junto al ábside, en una especie de oratorio detrás del altar mayor, y allí, encarándose conmigo, en una pequeña capilla, estaba la Caridad, la virgencita alegre y negra, cubierta con una corona y vestida con magníficos ropajes, que es la Reina de Cuba."
(1940)

THOMAS MERTON. La montaña de los siete círculos. 



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