1960. ERMITA, SILENCIO, SOLEDAD.
"Ayer terminaron los obreros su obra en la Ermita de Santa María. Solo les queda retirar algunos tablones y los andamios. El edificio que se empezó a construír en la fiesta de Santa Teresa, ha quedado rematado coincidiendo con la fiesta de San Andrés, en la primera semana de Adviento. Esperemos que el Abad General no lo cierre o lo mande tirar en enero."
1 de diciembre de 1960.
"Perspectivas totalmente nuevas en el tema de la soledad. Tarde en Santa María del Carmelo. Es verdad que los lugares y las situaciones no deberían ser tan importantes. Este es muy diferente. Silencio real. Soledad real. Paz. Me estoy aclimatando al entorno. Delante de nosotros, el valle. Al oeste, los pinos altos y ralos; al noreste, el bosque más denso de pinos abundantes y muy juntos; al este, extensión de pastos y la línea de robles pelados; entre el este y el sur, varios bosquecillos de pinos y de chopos; al suroeste, cielo abierto, a través de troncos desnudos de fresnos, olmos y robles; en esta misma dirección se encuentra el monasterio que queda oculto tras una colina. Sobre nuestras cabezas, una gran danza del cielo. En el hogar chisporrotea el fuego. La habitación huele ligeramente a humo de pino. Silencio.
Después de haber estado acariciando durante diez años la idea de construír una ermita, y de haber señalado diez lugares para su posible instalación, ahora, una vez construída en el mejor lugar, me cuesta creerlo.
Sin embargo, es real, - si es que a algo se le puede decir real- . En ella todo se hace irreal. Ünicamente silencio, cielo, árboles.
No tener miedo a los sentimientos de culpabilidad, no tratar de justificarme a mí mismo, no extrañarme de lo que esta persona o esta otra pueda pensar. Ni tampoco de lo que yo mismo pueda pensar. Lo importante no son los pensamientos sino las horas de silencio y la preciosa dimensión de la existencia, que de otro modo pasa totalmente inadvertida, ciertamente inadvertida cuando uno piensa o habla mentalmente, incluso cuando escribe. Sencillamente, es algo que debe verse y no se ve hasta que uno no se sienta en silencio, solo, en la propia obviedad total de dicha dimensión."
10 de diciembre de 1960.
THOMAS MERTON. DIARIOS (1960-1968). La vida íntima de un gran maestro espiritual. Ed. Oniro,2001
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