“Toda vida cristiana está destinada a ser al mismo tiempo
profundamente contemplativa y rica en trabajo activo. Es cierto que somos
llamados a crear un mundo mejor. Pero ante todo somos llamados a una tarea más inmediata y ensalzada: la de
crear nuestras propias vidas. Al hacerlo actuamos como colaboradores de
Dios. Ocupamos nuestro lugar en la gran
obra de la humanidad ya que, en efecto, la creación de nuestro propio destino
en Dios es imposible en un completo
aislamiento. Cada uno de nosotros labra
su propio destino inseparablemente unido a todas las demás personas con quienes
Dios ha querido que vivamos. Compartimos
unos con otros la obra creadora de vivir en el mundo. Y por medio de nuestra lucha con la realidad
material, con la naturaleza, nos ayudamos unos a otros a crear al mismo tiempo
nuestro destino y un mundo nuevo para nuestros descendientes.”
“La santidad cristiana ya no puede ser considerada como una
mera cuestión de actos de virtud individuales y aislados, sino que ha de ser
vista también como parte de un enorme
esfuerzo de colaboración para la renovación espiritual y cultural de la
sociedad, que produzca unas condiciones en las que todos los hombres puedan
trabajar y disfrutar en paz del justo fruto de su trabajo”.
THOMAS MERTON
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