" El mundo moderno empieza a descubrir cada vez más que la calidad y la
vitalidad de la existencia del hombre dependen de su voluntad secreta de vivir.
Existe dentro de nosotros una fuerza oscura de destrucción, que alguien ha
llamado el "instinto de la muerte". Esta fuerza, engendrada por el amor propio frustrado que lucha consigo mismo, es algo terriblemente poderoso. Es
la fuerza del amor de sí mismo que se ha vuelto aborrecimiento de sí mismo, y
que, al adorarse, adora el monstruo en que se consuma.
Es, pues, de importancia
suprema que consintamos en vivir para otros y no para nosotros mismos. Cuando
hagamos esto, podremos enfrentarnos a nuestras limitaciones y aceptarlas.
Mientras nos adoremos en secreto, nuestras deficiencias seguirán torturándonos
con una profanación ostensible. Pero si vivimos para otros, poco a poco
descubriremos que nadie cree que somos "dioses".
Comprenderemos que
somos humanos, iguales a cualquiera, que tenemos las mismas debilidades y deficiencias,
y que estas limitaciones nuestras desempeñan el papel más importante en
nuestras vidas, pues por ellas tenemos necesidad de otros y los otros nos
necesitan.
No todos somos débiles en los mismos puntos; y por eso nos
complementamos y nos suplementamos mutuamente, cada uno rellenando el vacío del
otro"
.
Thomas Merton.
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