“Al final de nuestra vida seremos juzgados sobre el amor, es
decir, sobre nuestro concreto compromiso de amar y servir a Jesús en nuestros
hermanos más pequeños y necesitados.
Ese mendigo, aquel necesitado que extiende
la mano, es Jesús; ese enfermo que debo visitar es Jesús; ese encarcelado es
Jesús; ese hambriento es Jesús. Pensemos en esto.
(...)
Jesús vendrá al final de los tiempos para juzgar a todas las
naciones, pero viene a nosotros cada día, de tantos modos, y nos pide acogerlo.
La Virgen María nos ayude a encontrarlo y recibirlo en su Palabra y en la
Eucaristía, y al mismo tiempo en los hermanos y en las hermanas que sufren el
hambre, la enfermedad, la opresión, la injusticia. Puedan nuestros corazones
acogerlo en el hoy de nuestra vida, para que seamos recibidos por Él en la
eternidad de su Reino de luz y de paz.”
FRANCISCO, 26 de noviembre de 2017
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