"Exactamente igual que tenemos una máscara externa y
superficial producto de nuestras palabras y nuestros actos, pero que no
representa totalmente todo lo que está en nosotros, así los creyentes tratan
con un Dios que está hecho de palabras, sentimientos, consignas
tranquilizadoras, y esto no es el Dios de la fe, es el producto de la
conducta social y religiosa. Un ‘Dios’como ese, se convierte en un sustituto
del Dios invisible de la fe y de ese modo, aún cuando esa imagen confortadora
puede parecernos real, en realidad no es más que una especie de ídolo. Su
función principal es protegernos contra un encuentro profundo con nuestro
auténtico yo interior y con el verdadero Dios.
El silencio es, por lo tanto, importante incluso en la vida
de la fe y en nuestro más profundo encuentro con Dios. No podemos estar hablando
continuamente, rezando con palabras, argumentando o manteniendo continuamente
una especie de música devota como fondo. Gran parte de nuestro bien
intencionado diálogo religioso interior es, de hecho, una cortina de humo y una
evasión. … En vez de encontrarnos realmente con Dios en la desnudez de la fe,
en la cual nuestro ser más íntimo queda desnudo ante él, realizamos un acto de
ritual interior que no tiene función alguna,
pero que aquieta la ansiedad.
La fe más pura tiene que ser sometida a la prueba del
silencio, en el cual escuchamos lo inesperado, en el que estamos abiertos a lo
que hasta ahora no sabemos, en el cual nosotros lenta y gradualmente nos preparamos para el día en que hayamos
alcanzado un nuevo nivel de ser con Dios.”
THOMAS MERTON. Amar y Vivir. Silencio Creativo.
(fragmento)
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