jueves, 7 de junio de 2018

LA PERSONA COMO MISTERIO



Lo que opinó Rembert G. Wealand, arzobispo, benedictino, que conoció a Merton en Bangkok (Prólogo a la correspondencia entre Thomas Merton y Jean Leclercq).

Merton era un poco más difícil de conocer; bastante complicado psicológicamente, lleno de preocupaciones interiores a propósito de su papel público y su vocación monástica; y aunque escribió muchísimo sobre su vida interior espiritual y manifestó sus opiniones sobre muchas cosas, era mucho más reservado al hablar, al menos en relación conmigo, persona con autoridad”.

Escribe Jean Leclercq a Merton, el28 de noviembre de 1959:
Siempre resulta muy difícil ver claro dentro de nosotros mismos, alrededor nuestro. Se aprecian entonces los beneficios de la obediencia a una autoridad, que, suficientemente informada sobre todos los aspectos de un problema, con la suficiente distancia y elevación como para ser imparcial, puede juzgar sobre nosotros mucho mejor que nosotros mismos”.


MERTON le escribe en su siguiente carta (24 diciembre 1960): “Sé muy bien que Dios mismo está encima y más allá de las soluciones y decisiones de los hombres, y que si mis deseos provienen de Él, Él mismo no tendrá ninguna dificultad en llevarme donde Él quiera, y concederme la soledad que quiera”.

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