“La
influencia de Thomas Merton parece haber aumentado desde que murió en
diciembre de 1968. Muchos están escribiendo tesis doctorales sobre él, así como
tesinas. Siguen apareciendo libros y artículos sobre Merton. Desde que estoy
aquí, han salido al menos tres libros.
Una de las cosas que me llaman la atención es
que Merton es como la Biblia: puede servir para casi todo. El conservador y el
progresista, el liberal y el radical, los que luchan por los cambios y los que
se quejan de los mismos, los políticos activistas y los utópicos apolíticos,
todos citan a Merton para expresar sus ideas y convicciones. Está considerado
como el hombre que inspiro a Dan Berrigan, a Jim Forest y a Jim Douglas, pero
también se utiliza como lectura espiritual segura en los refectorios de muchas
casas religiosas. Los monjes dicen que no se puede entender a Merton si no se
le ve, en primer lugar, como contemplativo, mientras que muchos que no son
monjes prefieren verlo como un crítico social, un hombre que vive en la
periferia del monasterio y que está profundamente implicado en la lucha por la
paz y la justicia. Los admiradores cristianos destacan la ortodoxia de Merton,
pero muchos no cristianos que miran al Lejano Oriente en busca de una nueva
fuerza espiritual le consideran su modelo y apoyo. Y aunque Merton, durante sus
últimos días en Asia, escribiera en términos inequívocos que él era y siempre sería
un monje cristiano, los hay que incluso pretenden que tenía intención de
hacerse budista.
¿Qué
pensar de todo esto? ¿Quién está en lo cierto y quien está equivocado? Merton
nunca intento ser sistemático, ni se preocupó por ser congruente. Articulaba
hábilmente y con arte los diferentes escenarios de sus propios pensamientos y
experiencias y buscaba nuevos descubrimientos sin preocuparse de lo que la
gente hacia con los antiguos. Ahora está muerto. Ya no puede contestar a la
pregunta: ¿Qué era lo que querías decir en realidad? Probablemente una pregunta
así le habría irritado. Pero su muerte, ha hecho de él un catalizador aún más
fuerte de lo que ha sido en vida. En efecto, él ha entregado su vida a los
otros para ayudarles a encontrar su camino, no el de él. En este sentido, ha
sido y sigue siendo un auténtico ministro, creando el espacio libre donde otros
puedan encontrar o descubrir la voz de Dios en sus vidas”.
Henri
Nouwen, Mi diario
en la abadía de Genesee, PPC 1999, páginas 218 y 219.
(Este libro fue publicado originalmente en
1975, y el diario que recoge es de 1974).
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