"Los primeros gorjeos de los pájaros al despertarse: «le point vierge» (el punto virgen) de la aurora, un momento de pavor e inefable inocencia, cuando el Padre abre en silencio sus ojos y ellos le hablan, preguntando si es el momento de «existir». Él les dice: «¡Sí!». Acto seguido, los pájaros, uno a uno, despiertan y empiezan a cantar. Primero los tordos y cardenales y algunos pájaros más que yo no sabría identificar. Más tarde, los gorriones, los reyezuelos, etc. Y al final de todos, las palomas y los cuervos.
Con los pelos casi de punta y los ojos de mi alma abiertos de par en par, estoy presente, sin saberlo, en este inefable paraíso y contemplo este secreto, un secreto a voces que está a disposición de todo el mundo, gratis, y al que nadie presta atención.
¡Oh, paraíso de sencillez, de autoconciencia –y de autoolvido–, de libertad y de paz! En esto he comprendido cuán irreales y estúpidas son mi rebeldías y, a la vez, cuán inevitable es la presión y la artificialidad de ciertas situaciones que «tienen que darse» por ser oficialmente sacrosantas. A pesar de todo, no hay necesidad de rebelarse, sino únicamente de pedir misericordia. Confiar en la misericordia, que es lo que yo no he hecho".
Thomas Merton
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