"La idea de que alguien se sacrifica por una causa no nos transmite un mensaje de consuelo, sino simplemente de inutilidad. Personalmente, no quiero ser mártir al servicio de nada. Lo siento. Yo deseaba actuar como un cristiano razonable, civilizado y responsable de mi tiempo. Pero no se me permite actuar así. Se me dice que he renunciado a ello. ¡Estupendo! ¿A cambio de qué? A cambio de un silencio que mantiene una complicidad profunda y total con las fuerzas sustentadoras de la opresión, la injusticia, la agresión, la explotación y la guerra. En otras palabras, la complicidad silenciosa es presentada como un «bien mayor» que una protesta sincera y concienzuda: se supone que dicha complicidad forma parte de mi vida consagrada, para mayor «gloria de Dios». Por mi parte, rechazo inequívocamente la complicidad. Mi mismo silencio es una protesta. Y quienes me conocen son conscientes de este hecho. Al menos he podido escribir lo suficiente como para dejar claro ese punto. Por otra parte, no puedo abandonar este lugar para hacer efectiva mi protesta, porque el significado de cualquier protesta que yo haga depende de mi permanencia en este lugar. Lo cierto es que en el tema de la guerra nuclear he recibido órdenes categóricas de guardar silencio".
Thomas Merton
Diarios
3 de marzo de 1964
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