"Los monjes deben poder asegurar al mundo moderno que, en la lucha entre pensamiento y existencia, estamos del lado de la existencia, no en el de la abstracción. Pero ¿podemos afirmarlo sinceramente? No lo se. Gran parte de la vida monástica y de la "espiritualidad contemplativa" no es necesariamente abstracta en sentido filosófico, sino que constituye un comportamiento artificial en el cual el pensamiento, encarnado en formas rituales, se opone a los hechos concretos de la existencia. Para convencernos de que llevamos una vida espiritual y contemplativa, ¿no convertimos en un fetiche la sumisión de las realidades de la existencia humana a formas y legalismos rituales?
Los monjes debemos poder asegurar al hombre moderno que Dios es la fuente y la garantía de nuestra libertad y no simplemente una fuerza que se halla por encima de nosotros para limitar esa libertad.
En el conflicto entre libertad y ley, Dios está a favor de la libertad. ¡Vaya declaración escandalosa! Pero ¡está en el Nuevo Testamento! ¡Cómo vamos a afirmar ante el mundo moderno el escándalo del Nuevo Testamento? Es aquí donde nos enfrentamos a la seriedad de nuestra vocación profética como algo distinto de nuestra vocación contemplativa.
Nuestro encuentro con Dios debería ser, al mismo tiempo, el descubrimiento de nuestra libertad más profunda. Si nunca lo encontramos, nuestra libertad nunca se desarrolla totalmente. Tan solo puede desarrollarse en el encuentro existencial entre el cristiano y Dios, o entre el ser humano y Dios, ya que no solo los cristianos encuentran a Dios. Todo hombre en cierto momento de su vida encuentra a Dios, y muchos que no son cristianos han respondido a Dios mejor que los cristianos. Nuestro encuentro con Él, nuestra respuesta a Su Palabra es la búsqueda y el reclamo de nuestra libertad más profunda, de nuestra verdadera libertad.
Thomas Merton
Acción y contemplación
(138-139)
Editorial Kairós, 1982
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