miércoles, 15 de abril de 2020

UNA IGLESIA PARA VIVIR

"La religión presenta actualmente unas características de auge y otras de crisis. Si atendemos al hecho de que capas de la población mundial cada vez más extensas se involucran en experiencias religiosas cada vez más intensas, podremos afirmar que la religión está en auge. A pesar de que la religión nunca desapareció del espacio humano, es cierto que se ha abierto un período de redespertar religioso. Pero no se trata de un simple regreso, sino de algo bastante nuevo. En realidad, nos hallamos ante un replanteamiento de lo religioso bajo una forma tan sui generis que podríamos hablar de una crisis. Se ha acentuado el individualismo narcisista, para el que la religión constituye un mundo de sensaciones al servicio de la paz interior y del sentirse bien. Y se procede a mixturas muy variadas —nuevos sincretismos— en las que no preocupa pertenecer a un grupo, sino desarrollar la experiencia de acuerdo con lo que la persona siente, de modo que puede haber tantas religiones como personas hay

La religión sería un medio para encontrar identidad gracias a un misticismo espiritual y cósmico. La superstición, la magia y el misterio reaparecen. La reflexión es mínima y la búsqueda de salvación por medio del placer gratuito e intenso es clave. Incluso el cristianismo comienza a ser vivido sin Jesús y la religión, en general, sin razón y con mucho sentimiento. Durante los 80 la emergencia de las sectas preocupó a la Iglesia. Hoy esta preocupación se ha agudizado, porque se trata de una religión del individuo que inventa sincretismos religiosos y quiebra la unidad del grupo. Esto ha sido interpretada muy diversamente por los analistas de la religión. Así, Mardones piensa que este desafío constituye una nueva sensibilidad religiosa que exigirá del cristianismo modificaciones que acentúen sus aspectos místicos. Mariano Corbí sostiene que este tipo de misticismo anuncia una actitud gratuita en religión, propia de la sociedad dinámica actual y desligada de la necesidad propia de las sociedades estáticas. Sakaiya entiende este fenómeno como el anuncio de una época en que los referentes de valor pasan de meramente materiales a espirituales. Como quien dice: un medioevo de alta tecnología. Los tres analistas coinciden en que el modo como se ha vivido hasta hoy lo religioso está en cuestión y que la vivencia religiosa, incluida la militancia cristiana liberadora, experimentará una seria exigencia: la de una religión que se libere cada vez más de los lazos con la necesidad y con el poder y pase a ser estrictamente gratuidad

Una religión así viene a ser una experiencia mística más propia de una época de escasez y de exigencia de creatividad para sobrevivir que de aceptación absoluta de la fatalidad cósmica. No hay que pensar, por tanto, que la recuperación de lo religioso signifique el retorno al pasado, sino que constituye un desafío para renovar el cristianismo desde sus bases, de forma que dé respuesta a los interrogantes de la autonomía humana, no volviendo a predicar el miedo y la resignación, el sometimiento y la acriticidad, sino propiciando el encuentro de la gratuidad más generosa conocida en la historia: Jesucristo, solidario con la humanidad, revelador del rostro amoroso del Padre, suscitador de la resurrección de los seres humanos mediante el Espíritu. Una fe que invita a la creación permanente a partir de la reconstitución de las personas en sus vidas y en su calidad personal. Una Iglesia para vivir.

José María Castillo
Una Iglesia para hoy
(Fragmento, tomado de : Selecciones de Teología)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.