Según el Diccionario de Thomas Merton, en su voz: Monacato, al considerar la respuesta de Merton a su vocación monástica, es útil pensar en cuatro fases o etapas. Intento resumirlas aquí:
La primera, abarca desde su ingreso en la abadía de Gethsemani (diciembre de 1941), hasta finales de la década de los cuarenta, cuando emite sus votos solemnes (marzo de 1947), publica su autobiografía (octubre de 1948) y es ordenado sacerdote (mayo de 1949). Característico de este período es su deseo de recuperar lo que considera el carácter auténticamente contemplativo del Císter. Estudia en profundidad la tradición monástica de la Iglesia, y de los padres fundadores del Císter, en especial San Bernardo, y escribe varios libros sobre el tema. Merton es crítico en sus escritos, en especial en sus diarios, con la vida ajetreada del monasterio, que le parece poco propicia para formar verdaderos contemplativos.
La segunda fase va desde el final de los años 40 hasta más o menos el final de 1957. Durante este tiempo Merton vive su vocación con cierto desasosiego, haciendo intentos de pasar a una orden más solitaria (cartujos o camaldulenses), a la vez que se implica en la formación a los monjes jóvenes, ya sea como profesor, maestro de estudiantes o de novicios. Publica El signo de Jonás y La vida silenciosa, entre otros libros.
La tercera fase abarca entre principios de 1958 hasta agosto de 1965, fundamentalmente su etapa como maestro de novicios, pero también de apertura al mundo, en cuestiones sociales y políticas, simbolizadas en la famosa "epifanía de Louisville" (marzo 1958). La tentación de este período no es entrar en una orden ya existente, sino formar parte de un proyecto de vida eremítica menos estructurada (su correspondencia con Ernesto Cardenal). Está interesado en la renovación monástica y en general de la vida religiosa en la Iglesia, estimulado por la celebración del Concilio Vaticano II.
La cuarta y última fase de su vida monástica transcurre en la ermita, entre agosto de 1965 hasta su salida para Asia, en el otoño de 1968. Durante este período su principal tentación fue abandonar por completo la vida monástica por el amor a una enfermera que conoció en la primavera de 1966, pero ya en el otoño de ese mismo año había renovado su compromiso de seguir siendo un ermitaño cisterciense. hasta que la salud o la muerte lo permitieran. Sus escritos del período continúan destacando la relación del monacato con la Iglesia en su conjunto y con el mundo entero.
(Diccionario de Thomas Merton,
páginas 348-351)
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