jueves, 30 de julio de 2020

EL MUNDO A LAS PUERTAS DE GETSEMANÍ

"El «mundo» con sus divertidos calzones, que ni siquiera sé cómo los llaman, con sus sandalias, sus gafas de sol, sus abultados culos, sus vientres, sus nervios (también mis 177 nervios y mi vientre), su cabello, sus dientes. Su charla. No tengo palabras para el mundo. No comprendo el miedo que le tengo, que incluye una cierta fascinación y una sensación de mareo en la boca del estómago, teniendo en cuenta que yo mismo formo también parte de él. El olor de sus lociones está presente ya en el ala de nuestro monasterio correspondiente a la fachada y en nuestros oficios. Los pequeños trozos de papel impreso que nosotros enviamos fuera son respuestas a sus taimadas insinuaciones de complicidad. No me preocupa lo que dice Bruno James, porque yo debo escribir sobre todo esto, aunque no tal vez con el empaque de un predicador o de un profeta. Escribir acerca del mareo que me produce la peste, la muerte bronceada. Para empezar, debo reunir todas las palabras que no conozco: los nombres de plásticos, las drogas, los aceites, los lubricantes que hacen que el mundo huela así y se mueva de este modo. De hecho, personalmente me siento como un niño que vive en un burdel (o en la casa de al lado) e intuye qué es lo que está pasando, siente lo que pasa como si todo el lugar estuviera impregnado de una maliciosa diversión por la que hay que pagar. A fin de cuentas, el sexo es lo que se ha extraviado tal vez en todo, pero también eso es la tentación: que yo condescienda con mi propia manera de ser al elevar un coro de exacerbadas protestas".

Thomas Merton 
Diarios, julio de 1961

(Fotografía: Yazmi Palenzuela)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.