"Somos convocados a la presencia de Dios por el hecho de nuestro nacimiento, pero nos hacemos presentes a Dios sólo por nuestro consentimiento. A medida que se desarrollan y despliegan gradualmente nuestras facultades y capacidades de relacionarnos, crece la capacidad de entrar en relación con Dios y cada paso hacia una presencia más profunda requiere un nuevo consentimiento. Cada nuevo despertar a Dios cambia nuestra relación con nosotros mismos, con todos y con todo lo demás. El crecimiento en la fe es crecimiento en la percepción correcta de toda la realidad"
(Thomas Keating, Intimidad con Dios).
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