sábado, 15 de mayo de 2021

ESE MISTERIO ÚNICO, INSONDABLE...

¿Qué es lo que queremos decir cuando, aquí, hablamos de trascendencia? Denominamos así al SER insondable de todos los seres, a aquel del que nuestra vida misma está tejida, al SER sobrenatural más allá del tiempo, del espacio y de los contrarios, a la VIDA que está por encima de la vida y de la muerte. Hablamos así del Ser esencial, en el cual todos participamos, de modo individual, de la Vida, por y en la cual existimos; esa vida que nos vuelve a llevar a su seno para engendrarnos de nuevo. Y que, en nosotros y a través de nosotros, quiere presentarse al mundo. De lo trascendente no hablamos en nombre de una fe tradicional, sino en razón de una experiencia singular en la que, por su plenitud, su orden y su unidad, el SER toca, llama libera y compromete al ser humano. También la sentimos como un Tú. 

¿Por qué no decir entonces simplemente “Dios”? Porque para un ser humano que esté realmente sensibilizado, en búsqueda, si es que no supone una amenaza, tan pronto como se meta en un concepto o en una fórmula teológica, la experiencia primordial de lo divino, que es el objeto de su búsqueda actual, la renovación religiosa se le hace más difícil. Son, de hecho, estas fórmulas, las que, al privarlas de su contenido, han conducido a la crisis de nuestro tiempo. Tanto si hablamos de la Otra dimensión, como si lo hacemos de Vida sobrenatural, SER divino, realidad más allá del espacio y del tiempo, de lo Absoluto, o ya escribamos la VIDA, con mayúsculas, de lo que queremos siempre hablar es de ese misterio único, insondable, que el hombre está llamado a manifestar y a servir”.

Karlfried G. Dürckheim, El maestro interior (Mensajero).

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