Existen unos rasgos similares en las personalidades de Teresa de Jesús y Thomas Merton que dan pie a similitudes y coincidencias que van más allá de lo anecdótico y que marcan sus vidas y las llevan por unos derroteros que ellos jamás pudieron prever iban a configurar el desarrollo de su conversión a Dios y a la vida consagrada.
1. Don de escribir y capacidad de manifestar. Tanto Teresa de Jesús como Thomas Merton recibieron el don de la escritura y la capacidad de relatar y manifestar sus experiencias. Es también cierto que a lo largo de su vida los cultivaron con pasión y disfrutaron haciéndolo, hasta que se trasformaron en ellos en una vocación más dentro de la primera y original de entregarse a Dios. En el caso de la monja carmelita y del monje cisterciense nos encontramos ante dos escritores extraordinarios, cuya maestría en el escribir y relatar va unida a un proceso vital y personal que les acompaña siempre, hasta transformarse en algo espontáneo y hasta necesario para ellos.
2. Capacidad de introspección y sentido de la realidad. Una y otro, llegado el momento, sienten la necesidad de escribir su autobiografía. En realidad, tan pronto se encuentra con Dios, Teresa corre a reunirse con sus monjas para contárselo. “Y como prueba de ello ahí está el Libro de la vida, que es sin duda uno de los libros más extraordinarios, inclasificables y deleitosos que se han escrito en nuestra lengua… una Sherezade celeste es lo que Santa Teresa soñaba ser”. Cuando Thomas Merton se decide a escribir La montaña de los siete círculos solo tiene en mente algo muy claro: el libro es “un himno de fe positiva cantado en medio de una tormenta de un mundo sin sentido que busca sentido a las cosas, un libro que puede ser leído por hombres de cualquier creencia o por los que no tengan ninguna”. Las dos autobiografías son obras apasionadas.
3. La contemplación se desborda en compasión por el mundo. Ambos son contemplativos “institucionalmente”, aunque pertenecen a dos órdenes religiosas cuyo programa contemplativo es diferente en metodología espiritual y prácticas ascéticas diarias. Ambos descubren y reconocen, tras un doloroso proceso de búsqueda y conversión, su vocación al silencio, a la oración continua, a la contemplación. Teresa encuentra todo eso “en el seno de la Iglesia” (no puede vivir sin sentirse dentro del misterio de la comunión de los santos), y Thomas Merton halla su “revelación” y epifanía vocacional en la esquina de la calle Cuarta con Walnut. Ambos viven sobrecogidos por el misterio de ser hombres e hijos de Dios.
4. La búsqueda espiritual y el desarrollo místico requiere etapas. Para Thomas Merton el itinerario espiritual y su trabajo se centra en la “búsqueda del verdadero yo” en Dios. Para Teresa en la búsqueda “de la morada interior donde el yo vive con Dios”.
Francisco R. de Pascual
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