"Es en la contemplación donde penetramos en nuestro propio silencio, donde nos atrevemos a avanzar sin temor en la soledad de nuestro propio corazón. Como si nos hundiéramos bajo las olas de un mar turbulento, al volvernos hacia nuestro interior, descubrimos el Alfa y el Omega, la Presencia imperecedera que abraza todo cuanto es real. Esta incursión en nuestro interior es una gracia y no una técnica. Es temible y extraña, pero es el origen de una paz y plenitud que desbordan toda expresión. Es algo nuevo, si bien por primera vez nos sentimos en casa. Es una perfecta quietud y, sin embargo, es la fuente de toda acción. Confirma todo lo que hacemos que es genuino, pero en sí no tiene necesidad de afirmarse. Está en nuestro interior como la raíz de nuestro ser, mas está siempre por encima de nosotros, convocándonos a éxtasis desconocidos. No tiene nombre ni conoce logros, pero solo ella nos enriquece. Es pobre, y está vacía, aunque solo Ella nos constituye en la realeza del Reino de Dios".
James Finley
El Palacio del Vacío de Thomas Merton
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