miércoles, 11 de mayo de 2022

THOMAS MERTON: UNA PERDURABLE AMISTAD ESPIRITUAL

Llegué a Merton a través de la amistad
; fue un amigo el que me habló de él, y consiguió interesarme para que leyera su autobiografía, que más tarde me prestó mi párroco, el mismo que me introdujo luego en el espíritu de Santa Teresa.

Creo que cuatro elementos me resultaron de interés cuando fui conociendo a Tomás Merton: lo primero, su condición de converso, porque yo también lo era: ambos llegamos a la fe católica a la misma edad, alrededor de los 25 años. Luego, su vida tenía, en lo afectivo y lo emocional, puntos de contacto con la mía, específicamente su atracción por la soledad. También había estado en Cuba, y había tenido en mi tierra experiencias espirituales fuertes, lo que me hizo conectar aún más con él. Finalmente, su apertura y empatía con la espiritualidad del Carmelo, sobre todo en su primera etapa.

Fue ciertamente un descubrimiento progresivo, que alcanzó su máximo cuando leí otro de sus libros, un diario: El signo de Jonás, al que volví muchas veces, en una vieja edición de tapa de tela verde, que todavía conservo. Este libro me terminó de convertir, no sé si en un discípulo o en un amigo del monje trapense.

Luego, en la misma medida en que fui creciendo en la fe, también Merton fue mi inspiración en el interés por la vida contemplativa, por la dimensión social del Evangelio, y la apertura a otras experiencias religiosas que enriquecían mi propio camino hacia Dios. A Merton debo también el haber abierto mi corazón a la Virgen María, de quien el él era muy devoto. Sus oraciones a la Caridad, en su visita a su santuario en Santiago de Cuba y su oración a la Virgen del Carmen, inspirado en la imagen que está en lo alto de nuestra casa en la Habana, me han acompañado siempre, y animaron mi camino hacia el sacerdocio católico. 

Durante aquellos años no eran muchas las publicaciones de libros de Merton; casi todos los que leí o conseguí eran viejas ediciones, que fui rastreando en bibliotecas conventuales; ya después empezaron a salir algunos títulos, que compré en mis viajes a Estados Unidos o a España. Recuerdo de manera particular que en un viaje a Miami encontré el tesoro de sus “Diarios”; un compendio de ellos en dos tomos, publicado por la editorial Oniro, cuya lectura me resultó muy estimulante a nivel espiritual. Leer sus diarios constituía para mí una verdadera experiencia mística, me transportaba, me hacía sentir algo por dentro tan fuerte que no podía leerlo muy seguido, sino poco a poco, haciendo pausas.

Han pasado muchos años de aquel primer encuentro y mi amistad espiritual con Merton se ha fortalecido; he tratado de comprar siempre sus libros cuando van saliendo, pero en realidad ya también disfruto del silencio que por períodos se instala entre los dos. Estamos conectados ya de tal manera que me parece haberle conocido de verdad, físicamente, y no sólo por referencia en sus libros o en los que han escrito sobre él.

Esa es la razón también por la que por tiempos mis publicaciones en este blog se hacen menos frecuentes, pero siempre regreso, siempre me hace Merton un guiño desde alguno de sus libros y retomamos el diálogo, y la relación alcanza una etapa superior.

Fray Manuel de Jesús, ocd

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