"Un cristianismo que no hace más que hablar, proclamar, explicar —en suma, un cristianismo que nunca está en silencio—, pierde la profundidad de la escucha de la que está hecha la fe. Y, por consiguiente, perderá el espíritu de la oración: la invocación y la confessio laudis se transformarán en estéril protesta y reivindicación"
(PIERANGELO SEQUERI)
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