A mi parecer, lo mejor de “Dos semanas en Alaska”, texto que recoge el viaje de Thomas Merton por esa región en 1968, son las 8 conferencias que el libro recoge en su segunda mitad. Quiero reseñar algunas ideas de la primera de esas conferencias que lleva por título: "Esto es obra de Dios”.
Merton está dando una charla a un grupo de religiosas, en un año de cambios importantes, de movimientos estudiantiles y renovación eclesial, y por tanto es en este contexto que hay que entender lo que dice, para luego aplicarlo también a nuestra propia situación actual.
Lo primero: “Lo que estamos haciendo no es una acción humana, sino divina. Esto es obra de Dios, no nuestra”. Los cambios y aperturas doctrinales del Concilio Vaticano II pusieron en cuestionamiento los valores que sustentaban la vida contemplativa, y la propia vida consagrada. El despliegue de la acción social de la Iglesia obligaba a replantearse las bases de la vida religiosa. Recuperar lo humano del cristianismo podía hacer que olvidásemos lo divino de nuestra fe. Por eso Merton escribe:
“Lo que es primordial es la obra de Dios, el Espíritu de Dios, y esto es aplicable sobre todo a la vida contemplativa. Como contemplativos no llegaremos a ninguna parte a no ser que tomemos conciencia de que estamos plenamente en las manos de Dios”.
Merton sabe que la expresión “vida contemplativa” es ambigua. Nosotros también podemos pensarla como sinónimo de “monje” o “monja”, y que por tanto no atañe a los laicos. Pero para Merton se trata de mucho más, de una vocación compartida por todos los cristianos.
“Esto es la vida contemplativa: escuchar la palabra, convertir la palabra en la propia morada, habitar en la palabra y ser discípulo del Señor”.
La vida contemplativa necesita de un clima de paz interior. Al pensar en nuestra acción como creyentes y en nuestra vocación particular es necesario hacerlo con un tipo especial de actitud o clima mental. Un clima de paz y de confianza, opuesto a la agitación, la tensión o el desasosiego. Todo lo que hacemos ha de estar fundado en una actitud de paz y no de contienda. Por ello es importante no apresurar el paso y quemar etapas; no se ha de avanzar si esa paz interior no está presente. Recomienda Merton: “Espera hasta que llegue la hora de Dios”.
Y añade luego (y que nos sirva como meditación esta frase):
“Cuando las cosas se ponen difíciles, desconcertantes y tensas, déjalas pasar y vuelve a situarte en el centro de paz”.
Dejo otra afirmación importante:
“La obra de Dios en nosotros es una llamada muy pero que muy profunda, que se escucha en silencio en la parte más honda de nuestro ser. La renovación de la vida contemplativa es pura y simplemente una disposición tal de nuestra vida que podamos responder de manera fácil y sencilla a dicha llamada”.
Importante: PAZ y ACTITID DE ESCUCHA.
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