"La dicha nace de la “fe”, entendida esta no como una creencia a la que asentir mentalmente, sino como la certeza experimentada de que el Fondo de lo real es fuente de confianza.
“Todo terminará bien”, repetía Juliana de Norwich. O mejor aún, todo está bien. En el nivel de lo relativo –de la “apariencia”–, todo es variable, impermanente e inexorablemente polar; en lo profundo, todo está pleno de sentido.
Si vivimos en la superficie –en el nivel de lo relativo, en la creencia que somos el yo individual–, nos sentiremos víctimas del oleaje incesante; si, por el contrario, nos reconocemos en la Consciencia donde todo ocurre, permaneceremos en la ecuanimidad. Las olas no son otra cosa que el “juego” del agua.
La clave radica en no creer que somos una “ola”, sino en reconocernos como el “Agua” misma y única, ilimitada y atemporal, que simplemente adopta infinidad de formas, entre ellas la que llamamos “yo”.
Enrique Martínez Lozano
Otro modo de leer el Evangelio
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