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martes, 19 de agosto de 2025

THOMAS MERTON: UNA VOZ PROFÉTICA FRENTE A LA GUERRA

Como acompañante espiritual y facilitador de retiros, he aprendido que el silencio no es evasión, sino compromiso. En estos tiempos marcados por conflictos visibles e invisibles, vuelvo a la figura de Thomas Merton, cuya vida monástica no lo apartó del mundo, sino que lo hizo más sensible a su dolor. Esta entrada nace del deseo de compartir cómo la contemplación puede convertirse en una voz profética frente a la guerra.

🔥 De la celda al clamor profético

La conciencia de Thomas Merton frente a la guerra no surgió de una ideología política, sino de una transformación espiritual que lo llevó a mirar el sufrimiento humano con ojos cada vez más compasivos. En los primeros años de su vida monástica, Merton se centró en la interioridad, la oración y la búsqueda de Dios en el silencio. Pero a medida que su contemplación se profundizaba, comenzó a sentir que ese silencio debía incluir una escucha activa del mundo.

Fue en la década de 1950, especialmente tras la Guerra de Corea y en medio de la carrera armamentista nuclear, cuando Merton empezó a escribir con mayor libertad sobre la amenaza de la violencia. En La raíz de la guerra es el miedo, publicado en 1962, Merton identifica el miedo como el motor oculto de la guerra moderna: miedo al otro, miedo a perder poder, miedo a la propia vulnerabilidad. Para él, la guerra no era simplemente un conflicto entre naciones, sino una manifestación del desorden interior que habita en el corazón humano.

La violencia no es una fuerza creativa. Es la expresión del miedo, del egoísmo y de la desesperación.”

En FE Y VIOLENCIA, Merton se pregunta si la fe cristiana puede seguir siendo fiel al Evangelio mientras justifica estructuras violentas. Su crítica no es ideológica, sino evangélica: el cristiano está llamado a amar al enemigo, no a eliminarlo. Esta tensión lo llevó a escribir con creciente urgencia sobre la guerra de Vietnam, el racismo en Estados Unidos y la injusticia global.

Durante estos años, Merton mantuvo correspondencia con activistas, monjes budistas, poetas y líderes sociales. Su amistad con Thích Nhất Hạnh, por ejemplo, lo llevó a descubrir una espiritualidad de la compasión activa. En sus cartas a jóvenes comprometidos con la paz, Merton no ofrecía estrategias políticas, sino una invitación a vivir desde la verdad interior, desde una paz que nace en el corazón y se traduce en acción no violenta.

En Conjeturas de un espectador culpable, Merton escribe como quien contempla el mundo desde una celda, pero con el corazón abierto a su dolor. Se reconoce como parte del problema, como alguien que no puede mirar el sufrimiento ajeno sin sentirse implicado. Su contemplación lo lleva a una forma de profecía silenciosa: no grita, pero tampoco calla.

El silencio auténtico no es indiferencia. Es la raíz de una palabra verdadera.”

Este despertar lo llevó a tensiones con sus superiores monásticos, que temían que sus escritos sobre la guerra fueran demasiado políticos. Algunos textos fueron censurados o publicados póstumamente, como Paz en tiempos de oscuridad, donde Merton articula con claridad su visión de una paz que nace de la conversión interior y la solidaridad con los pobres y los heridos por la violencia.

La postura de Merton encuentra eco en las palabras de Jesús en el Sermón del Monte:

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.”
(Mateo 5,9)

Para Merton, esta bienaventuranza no era una consigna piadosa, sino una vocación radical que exige conversión, humildad y valentía.


Merton no fue un activista convencional, pero su contemplación lo convirtió en una conciencia despierta. Su legado nos invita a mirar el mundo desde la compasión, a orar con los ojos abiertos, y a creer que el amor —no la violencia— es la única fuerza redentora. En medio de nuevas guerras y viejas heridas, su voz sigue resonando como un susurro firme: “La paz comienza en ti.”

🙏 
Oración final

Señor de la paz,
enséñanos a escuchar el mundo desde el silencio,
a mirar al otro sin miedo,
y a responder con compasión donde haya violencia.
Que el testimonio de Thomas Merton
nos inspire a ser sembradores de paz
en medio de la noche del mundo.
Amén.

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Ser parte de todo...

¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
-Thomas Merton-

Santidad es descubrir quién soy...

“Es cierto decir que para mí la santidad consiste en ser yo mismo y para ti la santidad consiste en ser tú mismo y que, en último término, tu santidad nunca será la mía, y la mía nunca será la tuya, salvo en el comunismo de la caridad y la gracia. Para mí ser santo significa ser yo mismo. Por lo tanto el problema de la santidad y la salvación es en realidad el problema de descubrir quién soy yo y de encontrar mi yo verdadero… Dios nos deja en libertad de ser lo que nos parezca. Podemos ser nosotros mismos o no, según nos plazca. Pero el problema es este: puesto que Dios solo posee el secreto de mi identidad, únicamente él puede hacerme quien soy o, mejor, únicamente Él puede hacerme quien yo querré ser cuando por fin empiece plenamente a ser. Las semillas plantadas en mi libertad en cada momento, por la voluntad de Dios son las semillas de mi propia identidad, mi propia realidad, mi propia felicidad, mi propia santidad” (Semillas de contemplación).

LA DANZA GENERAL.

"Lo que es serio para los hombres a menudo no tiene importancia a los ojos de Dios.Lo que en Dios puede parecernos un juego es quizás lo que El toma más seriamente.Dios juega en el jardin de la creación, y, si dejamos de lado nuestras obsesionessobre lo que consideramos el significado de todo, podemos escuchar el llamado de Diosy seguirlo en su misteriosa Danza Cósmica.No tenemos que ir muy lejos para escuchar los ecos de esa danza.Cuando estamos solos en una noche estrellada; cuando por casualidad vemos a los pajaros que en otoño bajan sobre un bosque de nísperos para descansar y comer; cuando vemos a los niños en el momento en que son realmente niños; cuando conocemos al amor en nuestros corazones; o cuando, como el poeta japonés Basho, oímos a una vieja ranachapotear en una solitaria laguna; en esas ocasiones, el despertar, la inversiónde todos los valores, la "novedad", el vacío y la pureza de visión que los hace tan evidentes nos dan un eco de la danza cosmica.Porque el mundo y el tiempo son la danza del Señor en el vacío. El silencio de las esferas es la música de un festín de bodas. Mientras más insistimos en entender mal los fenómenos de la vida, más nos envolvemos en tristeza, absurdo y desesperación. Pero eso no importa, porque ninguna desesperación nuestra puede alterar la realidad de las cosas, o manchar la alegría de la danza cósmica que está siempre allí. Es más, estamos en medio de ella, y ella está en medio de nosotros, latiendo en nuestra propia sangre, lo queramos o no".
Thomas Merton.

ORACIÓN DE CONFIANZA...

“Señor Dios mío, no tengo idea de hacia dónde voy. No conozco el camino que hay ante mí. No tengo seguridad de dónde termina. No me conozco realmente, y el hecho de que piense que cumplo tu voluntad, no significa que realmente lo haga. Pero creo que el deseo de agradarte te agrada realmente. Y espero tener este deseo en todo lo que estoy haciendo. Espero no hacer nunca nada aparte de tal deseo. Y sé que si hago esto, tú me llevarás por el camino recto, aunque yo no lo conozca. Por lo tanto, siempre confiaré en ti aunque parezca perdido y a la sombra de la muerte. No temeré, pues tú estás siempre conmigo y no me dejarás que haga frente solo a mis peligros

Para intercambiar comentarios sobre Thomas Merton y otros maestros contemporaneos del espíritu.