martes, 12 de junio de 2007

Una promesa de soledad.


"A esta sazón, ya debo conocer que Dios emplea cuanto sucede como un medio para guiarme a la soledad. Cada criatura que entra en mi vida, cada instante de mis días, tendrá por objeto ceñirme a la convicción de la insuficiencia del mundo, hasta que alcance aquel grado de desasimiento que me permita no encontrar más que a Dios en todas las cosas. Entonces, y únicamente entonces, todo me deparará alegría.
Los consuelos de la plegaria, las luces del intelecto, el sensible fervor de la voluntad y, en resumen, cuanto toco, me abrasa, aunque sea ligeramente. No consigo retener nada entre los dedos, por así decirlo. El dolor que me producen esas cosas es prenda del amor de Dios hacia mí, porque prueba que habré de superar lo muy débil que todavía soy. Este dolor es promesa de soledad.
Hoy me parece sentir la certeza de que la soledad es lo que Él quiere depararme y que es Dios, en verdad, quien me llama al desierto. Pero ese desierto no tiene que ser necesariamente geográfico. Es una soledad de corazón en la que las alegrías creadas se consumen y renacen en Dios".

Thomas Merton. “El signo de Jonás”.
13 de junio de 1947.

1 comentario:

  1. El tema de la soledad me interesa y la perspectiva de Merton como contemplativo. Por lo que se estuvo toda su vida en búsqueda, y siempre inconforme con su presente, aspirando a más.

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