martes, 3 de agosto de 2010

DESPERTAR A UN NUEVA CONCIENCIA

“Cuando hablo de vida contemplativa no me refiero a la vida institucional de los claustros, a la vida organizada de oración… estoy hablando de una dimensión especial de la disciplina y experiencia interiores, de cierta integridad y plenitud del desarrollo personal, que no son compatibles con una existencia puramente externa, enajenada y sumamente ocupada. Esto no quiere decir que sean incompatibles con la acción, con el trabajo creativo, con el amor dedicado. Al contrario, todo esto va junto. Cierta profundidad de experiencia disciplinada constituye la base necesaria para una acción fructífera. Sin una comprensión humana más profunda proveniente de la exploración el íntimo fundamento de la existencia humana, el amor se hace superficial y decepcionante.
Tradicionalmente, las ideas de oración, meditación y contemplación se han asociad con esta profundización de nuestra vida personal y con esta expansión de la capacidad de comprender y servir a los demás”.

“Si sólo nos comprometemos en nuestra existencia superficial, en los actos externos, y en las triviales preocupaciones de nuestro ego, somos infieles a Dios y a nosotros mismos. Para alcanzar una verdadera conciencia de Él, así como de nosotros mismos, debemos renunciar a nuestro ser egoísta y limitado para entrar en una existencia totalmente nueva, descubriendo un centro íntimo de motivación y amor que nos haga vernos, y verlo todo, bajo una luz totalmente nueva. Llámesele fe, dígasele, en una etapa más avanzada, iluminación contemplativa; llámesele el sentido de Dios o incluso la unión mística: todos estos son aspectos y niveles diferentes del mismo tipo de realización: el despertar a una nueva conciencia de nosotros mismos en Cristo, creados en Él, redimidos en Él, y que hemos de ser transformados y glorificados en y con Él”.

Tomado de “Acción y contemplación”, Pág. 87-95.
THOMAS MERTON.

3 comentarios:

  1. Que nuestro buen Dios nos guie a ese depsertar de la conciencia.
    Que sepamos renunciar a nuestro yo para ser un nosotros en Dios nuestro Señor.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. - nuestra fortaleza en la debilidad o nuestra fe está en reconocernos intimamente unidos a Cristo siempre y en todo lugar.

    Gracias por esta entrada me ha ayudado a terminar mi día de hoy con fe y confianza en Dios Padre Creador, Dios Hijo Redentor y Dios Espíritu Santificador.

    Un saludo fraterno,
    Inés, aci

    ResponderEliminar
  3. Orar, meditar, contemplar, son las tres llaves básicas para abrir la conciencia que permanecía cerrada a la auténtica vida, la que nos hace verdaderamente humanos, enredándonos en el amor solidario a los demás y transformando cualquier experiencia en abrazo de Dios. Sin amar se puede respirar, pero no vivir. Como cantaba Mercedes Sosa “…que vivir no es durar, que vivir es otra cosa…”.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.