viernes, 27 de agosto de 2010

EL SER ESENCIAL COMO EJERCICIO

Seguimos con Dürckheim. El segundo capítulo de su libro “Meditar, por qué y cómo”, lleva por título: “El ser esencial como ejercicio”, y comienza diciendo: “La meditación y la vida iniciáticas gravitan en torno a dos polos: la experiencia liberadora del Ser esencial, redentor y liberador, y la transformación, creadora de una forma individual que tiene su base en el Ser esencial”. Conocer mi Ser esencial es la experiencia más profunda que el ser humano puede vivir; es la experiencia que supera a todas las demás, y podemos distinguir las “grandes experiencias” de los “breves contactos con el Ser”.

Fijémonos en esta descripción, y tal vez nos suene familiar: “Las grandes experiencias del Ser son aquellas en las que, en momentos luminosos de la vida, su fuerza cambia y echa incluso abajo un sistema de existencia hasta entonces establecido, despertando la conciencia a la realidad de una vida sobrenatural”.

Se trata por tanto, esos contactos con el Ser, de momentos muy particulares, en los que nos sentimos movidos fuera de la realidad habitual, que nos conmueven y tienen la marca de lo asombroso, que manifiestan una calidad particular; como una especie de encantamiento que nos hace sentir extraños y familiares al mismo tiempo, que no podemos explicar, ni queremos explicar o nos parece que dejaría de ser. Su sentido es desconocido, pero manifiesta y trasmite una fuerza, que nos llena de claridad y vigor. Es como estar “en casa”, y sacados de todo aquello que nos oprime y aplasta cotidianamente, nos deja la impresión de una extraordinaria libertad.

Ampliando más, añade el autor: “Los contactos del Ser no están sujetos a una situación determinada. Nos pueden sorprender en cualquier momento y lugar” y “Se necesita una cierta disposición para ser receptivos a esta experiencia”.

Importante esto de ser RECEPTIVOS: La persona espiritual ha de estar alerta, despierta siempre; Lo “divino” no puede cruzar su camino –dirá Dürckheim- sin que él lo persiga y siga su huella. El trabajo espiritual, la vía iniciática, consiste justamente en abrirnos a esta VISIÓN. Encontrar lo no tangible en lo tangible.

Así aparece el concepto de lo “numinoso”, del que hablaremos luego.

3 comentarios:

  1. Entiendo que en este fragmento, Dürckheim esboza lo que denomina “el despuntar del ser”. Grandes experiencias de la esencialidad del Ser se dan en las experiencias místicas. Y una Gran Experiencia, interpreto yo, sería también la de María, que se tradujo en su respuesta total de “Sí”. Abrirnos a estas experiencias supondría, pienso, dar el paso al principio de la metanoia, de la gran conversión.
    Eckhart, un gran referente para Dürckheim, dijo: “El alma ha de romperse con violencia en su propia luz. De la noche y de la luz brota un fuego, un amor. Es así como el alma ha de entrar en el orden divino”

    ResponderEliminar
  2. Dürckheim para mí supuso la apertura, a nivel intelectual primero, pero también a nivel experiencial, de una comprensión totalmente diferente de la realidad y del Misterio Trascendente. Leerle, siempre con alguna dificultad a la hora de apropiarme sus conceptos, supuso un verdadero descubrimiento, y así he vuelto a él, sobre todo a este libro que comparto acá, una y otra vez. Pienso que leerle personalmente es hacer un viaje interior y empezar a compartir una VISIÓN. Cada uno hará sus propios descubrimientos, y encontrará al mismo tiempo elementos comunes para compartir con otros. El camino cristiano adquiere una nueva luz de la mano de este maestro.

    ResponderEliminar
  3. Valiosa la idea de "ser receptivos" en la vida espiritual. Creo que ello supone un verdadero "entrenamiento", que apunta a la entrada anterior de TM: "El trabajo de comprender".

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.