“Un abad visitante declaró en Capítulo que la vida contemplativa consiste en aferrarse a viva fuerza a una idea que uno tenía al entrar en el noviciado. Una afirmación increíble: quiero decir, es increíble que semejante persona haga en serio tal afirmación en semejante lugar. No pareció que nadie encontrara que tenía nada de raro. El mero concepto de esfuerzo lo justifica todo. No importa lo que uno haga con tal que trabaje en ello con toda su energía… casi iba a decir, que trabaje como un demonio”. (Conjeturas, 130)
“El jueves santo por la tarde, después de la Misa y Comunión vespertinas, estaba yo en el jardín del noviciado mirando los cielos grises y los cerros, cuando llegó detrás de mí el postulante colombiano y me dijo en español que sin duda la vista ofrecía inspiración poética, a lo cual asentí de buena gana. Hablamos un poco de climas, terremotos y demás, y de los “terribles despeñaderos” junto a ciertas carreteras de Colombia.
Luego, un momento después, dijo: ¿Por qué no se va usted de aquí, Padre Merton, a Sudamérica, para empezar una orden monástica completamente nueva, que atraiga más a los hombres de los tiempos modernos?
No le pude decir cuánto me gustaría probarlo, ni que imposible sería hacer tal intento sin dejar la Orden, y que imposible me sería intentar dejar la Orden”. (Conjeturas, 149)
Siempre resulta muy interesante conocer el interior de personas que puedan enriquecer nuestro recorrido espiritual. Hay gente que nos aporta algo más importante que conocimientos, nos ofrece chispazos de sabiduría. Es el caso de TM.
ResponderEliminarEn estas dos citas vemos algo, y podemos intuir algo más, “del Merton fechado a 1966”. Y es que a lo largo de su proceso existencial, Merton, como todo ser humano, tuvo una evolución interior, experimentó cambios en la visión de su yo y del mundo. Merton no es igual “por dentro” en 1950, que en el 60 o en el 66. Incluso en el 68, cuando murió, había dado un paso más en su evolución. Y no sabremos nunca cómo hubiera sido diez años después, por ejemplo. Teniendo en cuenta, además, el momento histórico tan especial que se vivió en esa década posterior en lo político, social y eclesial, y la sensibilidad humanista de Merton.
En cualquier caso, hay dos términos que Merton utiliza en estos fragmentos,” increíble” e “imposible”, que además de dar mucho juego, en sí mismos, para realizar sanos ejercicios “pensantes” en torno a esos conceptos, también me sirven para expresar algo que pienso ahora: es muy difícil de creer que se mantenga estático en su periplo vital y espiritual, y no es posible predecir cuáles van a ser y qué camino van a tomar esos cambios. Además, creo que el crecimiento es incompatible con la rigidez y el estatismo.
Y también, ¡imposibles de enumerar los sabores tan diversos que pueden extraerse a lecturas que tienen tanto y tan buen jugo!