En 1961 Merton descubre fascinado a Juliana de Norwich, la mística inglesa más importante para él, en quien encuentra la combinación perfecta de experiencia y reflexión teológica; los escritos de Juliana hablan de Jesús como “nuestra madre”, y le ayudan a descubrir la dimensión femenina de Dios. Es para él “Una verdadera teóloga, con mayor claridad, profundidad y orden que Santa Teresa” . Para ella, según Merton, hay un secreto escatológico, un dinamismo oculto, que apunta a una resolución final de bondad; se trata así de no resolver la contradicción, sino permanecer en medio de ella, en paz, con la certeza de saber que ya está resuelta y sólo aguardamos su plena revelación. “Tener un corazón juicioso es vivir centrado en el dinamismo y en esa secreta esperanza, ese secreto aguardado”. Constituyó para TM un mensaje de luz que cambió algunas de sus percepciones espirituales anteriores , al introducirle en una teología de la misericordia, la alegría y la alabanza. El camino de Juliana, sin minimizar las contradicciones, ni ignorar el misterio de iniquidad que acompaña la historia humana, es un camino de confianza: Todo estará bien. Creo que supuso para TM un impulso y un salto en su comprensión de la plenitud cristiana.
AMPLIAR EN: Conjeturas..., 196-197. También Diario II, 69-70.
En: Místicos y Maestros Zen, 151-156, TM apunta: “La teología de Lady Julian es una teología de la totalidad que lo abarca todo y de la plenitud del amor divino. Para ella, esa es la Realidad suprema, a la luz de la cual todo ser creado y todas las vicisitudes de la vida y de la historia se diluyen sin importancia. No ocurre que el mundo y el tiempo, el cosmos y la historia, sean irreales: pero su realidad es solamente una revelación de amor. Sin embargo, la revelación en sí no resulta inmediatamente clara. Hace falta una dádiva de Dios antes de que la luz irrumpa y el significado pleno del mundo se vea en su relación verdadera con Dios y sus eternos y amorosos designios”.