sábado, 7 de abril de 2012

EL MEDIO DIVINO

“La tarea asignada a nuestra vida es la de subir a la luz franqueando, para llegar a Dios, una serie dada de criaturas, que no son precisamente obstáculos, sino puntos de apoyo que hay que superar, intermediarios que pueden ser utilizados, alimento que tomar, savia para depurar, elementos que hemos de asociarnos y arrastrar con nosotros”
(Teilhard de Chardin)


Este texto pertenece al libro “El Medio Divino”, y comparte la idea de no contraponer a Dios con las criaturas (bueno/malo, es decir, irreconciliables) tal y como aparece, por ejemplo, a primera vista, en San Juan de la Cruz. Resulta interesante la idea de “la fuerza espiritual de la materia”. (“reivindicar y exaltar aquello que el Señor quiso revestir, salvar y consagrar: la santa materia”.)

¿Qué es la materia?: el conjunto de las cosas, de las energías, de las criaturas que nos rodean, en la medida en que estas se presentan a nosotros como palpables, sensibles, naturales. Será el medio común, universal, tangible, infinitamente móvil y variado, en cuyo seno vivimos sumergidos.

Es una fuerza bifásica:
1- Es la carga, la cadena, el dolor, el pecado, la amenaza de nuestra vida. Es lo que lastra, lo que sufre, lo que hiere, lo que tienta, lo que envejece. Por la materia somos paralizados, vulnerables, culpables. (“¿Quién nos librará de este cuerpo de muerte?”).
2- Pero, también la materia es, al mismo tiempo, la alegría física, el contacto exultante, el esfuerzo virilizador, la felicidad de crecer. Es lo que atrae, lo que renueva, lo que une, lo que florece. Por la materia nos hemos alimentado, elevado, ligado al resto del mundo, hemos sido invadidos por la vida. Leer 2 Cor 5,4.

El ascetismo gusta de detenerse tan sólo en la fase primera, es decir, la que está vuelta hacia la muerte. Pero, “¿Qué sería de nuestros espíritus, Dios mío, si no tuvieran para alimentarse el pan de los objetos terrestres, el vino de las bellezas creadas para embriagarse, el ejercicio de las luchas humanas para ser fortificados?”.

Oración: Por la virtud de tu dolorosa encarnación, Señor, descúbrenos y enséñanos luego a captar celosamente para ti la fuerza espiritual de la materia.

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