A través de sus “diarios” podemos seguir a Merton en su período de formación monástica, que durará 5 años, y luego su preparación para el sacerdocio. El 21 de febrero de 1942 toma el hábito de novicio; el 29 de marzo de 1944 hace sus votos temporales y el 19 de marzo de 1947 sus votos solemnes. Durante todo este período, recogido en uno de sus libros publicados , Merton va madurando no sólo humana y espiritualmente, sino también en relación con su comprensión del sacerdocio cristiano. En la medida en que va viviendo estas diversas etapas de preparación también va observando el ministerio sacerdotal en aquello que lo viven a su alrededor, en la comunidad monástica, o va leyendo acerca de ello, y reflexionando en torno a su futuro. Si ideales, también respecto al sacerdocio, tendrán que ser probados y purificados.
El 30 de mayo de 1948, en un día de retiro, Merton escribe:
“He pasado un mal rato tratando de imaginar qué es lo que va a significar para mí el hecho de hacerme sacerdote. A veces me aterroriza la idea de entrar a formar parte de una casta llena de limitaciones espirituales y de rigidez, pero el sacerdocio no es realmente eso, aunque algunas personas lo presenten de esa manera. En último término, la única solución a ese problema está en la obediencia. Yo sigo adelante por obediencia. Si mis superiores desean que yo sea sacerdote, esto por lo menos es sensato. Dios lo quiere, y quiere que sea algo bueno para mí, aunque puede comportar una muerte inimaginable”.
A Merton le ha constado insertarse en ese mundo medieval que se conforma por las observancias monacales, y también su formación cultural le hace ver más allá del ideal que durante esos años conservaba, aunque siempre matizado de ironía y humor, con lo que desmontaba una comprensión excesivamente piadosa de la realidad. Siempre es crítico con la fealdad o ñoñería de ciertas imágenes y devociones católicas. También entonces tendrá que purificar y redescubrir el sentido de su vocación sacerdotal; de ahí esa frase que apunta el texto anterior, el sacerdocio visto como “una casta llena de limitaciones espirituales y de rigidez”, y entendido, a fin de cuentas, como “una muerte inimaginable”. En él hay siempre un elemento de libertad y autonomía que se resiste, y escribe en esa misma entrada del diario: “A veces quiero huir, ser un vagabundo y recorrer los caminos sin nada”.
Meses después, casi al terminar el año 1948, escribe que puede ver “cuán incompleta e inmadura ha sido hasta ahora mi noción de la vocación sacerdotal” , y se prepara para recibir el diaconado, estudiando los ritos y funciones concretas de cada ministerio litúrgico en la vida monástica: “Estoy dispuesto a amar la liturgia sobre todas las cosas”. Su ordenación sacerdotal, para la que se prepara junto con otro monje, se pospone en varias ocasiones, por motivos diversos, y finalmente se fija la fecha del 26 de mayo de 1949. Algunos elementos de interés que pueden resaltarse en este período preparatorio: se siente solidario con sacerdotes que son perseguidos, en particular los que viven en países comunistas. Puede mirar atrás y reconocer que aquellos sentimientos negativos respecto al sacerdocio han desaparecido , y que ahora puede ver, definitivamente, que “las órdenes mayores son una de las grandes gracias de mi vida”.
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