jueves, 12 de abril de 2012

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!

“Las campanas doblan para recordarnos que sólo Dios es bueno, que le pertenecemos, que no vivimos para este mundo.
Suenan sobre nuestros afanes para recordarnos que todas las cosas son pasajeras y que nuestras preocupaciones no son importantes.
Nos hablan sobre nuestra libertad, que las responsabilidades y los cuidados transitorios nos hacen olvidar.
Son la voz de nuestra alianza con el Dios del Cielo.
Nos dicen que somos su templo verdadero. Nos llaman a la paz con Él en nosotros.
El Evangelio de María y de Marta se lee al final de un toque de campanas a fin de recordarnos todas estas cuestiones.
Las campanas dicen: los negocios no importan. Reposa en Dios y regocíjate, pues este mundo es solamente la imagen y la promesa de un mundo que vendrá, y sólo quienes están desapegados de las cosas transitorias pueden poseer la sustancia de una promesa eterna.
Las campanas dicen: hemos hablado durante siglos desde las torres de las grandes iglesias. Hemos hablado a los santos, a tus padres, en su tierra. Los hemos convocado, como te convocamos a ti, a la santidad. ¿Cuál es la palabra con que los llamamos?
No dijimos simplemente: Sean buenos, vengan a la iglesia. No dijimos simplemente: cumplan los mandamientos, sino sobre todo: ¡Cristo ha resucitado! Y dijimos: Ven con nosotros, Dios es bueno, la salvación no es difícil. ¡Su amor la hizo fácil!
Y éste, nuestro mensaje, siempre fue para todos, para los que acudieron y para los que no acudieron, pues nuestro canto es perfecto, así como el Padre celestial es perfecto, y derramamos nuestra caridad sobre todos”.

Thomas Merton
Pensamientos en la soledad.

1 comentario:

  1. Aferrándose a la más ortodoxa dogmática en torno a la Resurrección, un teólogo español, Torres Queiruga, ha sido tachado por la conferencia de obispos de “hereje”. Y junto a esa calificación, uno de estos obispos, despliega la homofobia de la jerarquía católica en una homilía vergonzosa, y por la que ha sido denunciado ante los tribunales civiles por diversos colectivos y asociaciones.
    Es vital para la fe y la espiritualidad distinguir bien claro entre fe y doctrina. Es deseable una fe adulta en personas libres y maduras. Es debido un respeto a las personas que gobiernan la institución que dirige a la comunidad de seguidores de Jesús, pero precisamente ese respeto exige criticar a esas autoridades clericales.
    ¿Quién ha dado a los obispos (incluido el papa) legitimidad para erigirse en dueños de la fe y para identificarla con lo que ellos entienden por tal? Ciertamente, no Jesús. Jesús nunca pensó en “sucesores” de Pedros o de apóstoles. Por supuesto, la Iglesia, como comunidad humana que es, necesita algún órgano de dirección, pero el órgano de dirección no tiene más autoridad ni legitimidad que la que la comunidad le confiere. Mientras los obispos no sean elegidos por las comunidades -así fue en el principio-, no pueden ser auténticos portavoces de la doctrina de la iglesia.
    Hay que preguntarse también: ¿en qué consiste esa fe de la que ellos se sienten, indebidamente, únicos guardianes? En realidad, identifican, también indebidamente, la fe con la doctrina. La “doctrina” es una simple creencia convertida en supuesta verdad. Ninguna creencia ni doctrina es una “revelación divina”, como si Dios fuera un ser celeste oculto que a veces revela ideas o se revela a sí mismo desde fuera. Dios es el Misterio y la Presencia oculta y manifiesta en todos los seres. Llámale como quieras. Los cristianos miramos la bondad, la compasión, la humanidad feliz y liberadora de Jesús y decimos: “Eso es Dios”. Y todas las creencias y doctrinas de la tradición cristiana no quisieron decir más que eso, y a eso se han de orientar también hoy. La doctrina es buena si provoca aquella bondad libre y liberadora que una vez hizo decir: “Aquí está Dios”.
    ¿Qué tiene que ver la fe cristiana con las creencias y doctrinas de la tradición cristiana? No las identifiques. La fe no consiste en creer unos dogmas. La fe es esa confianza vital, esa seguridad libre y solidaria que llevó a Jesús a vivir como vivió. No lo olvidemos: Jesús no creyó en ningún dogma cristiano. Jesús tuvo, sí, unas creencias, que no tienen por qué ser las nuestras. Las creencias han de ser necesariamente razonables, y la “razonabilidad” de unos y de otros puede ser diferente. Las creencias y las doctrinas han de cambiar de acuerdo al “marco de credibilidad” de cada época. Y no importa lo que pienses y creas, sino que tus creencias y doctrinas te lleven a ser bueno y feliz, feliz y bueno. Así creyó Jesús.
    Las creencias y las doctrinas son simples muletas, y a veces pasa Jesús por el camino y nos dice como al paralítico del evangelio: “Deja tu camilla, deja las creencias que ya no necesitas o que te impiden caminar. Levántate, respira y camina. El Espíritu respira y camina contigo”.
    ¡¡Feliz Pascua de Resurrección!!

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